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EL CONDE DE SUPERUNDA.

·105

~ue

la

muerte pronta del Prelado habia allanado

las

dificultade .

Los doctores de la Universidad se mostraban

· siempre refractarios

á

todas las reformas: aunque

se acordó, que" los estudiantes concurriesen

á

las au–

las para oir

y

escribir las lecciones , continuaron

las

cá~edras

sin discípulos; otros abusos, denun–

ciados por el Rector, quedaron sin remedio; se habia

dispuesto igualmente, que las religiones no pudie–

sen tener en el claustro sino dos graduados,

y

uno

solo entre los profesores; pero cediendo

á

represen–

taciones fundadas, siguió preponderan do en la docta

corporacion el número de los frailes.

Las órdenes religiosas eran fuertemente conte–

nidas en otras aspiraciones, y perdian mucha parte

de su influencia. En Potosi habian dado un graví–

simo escandalo, entrando de tropel en la

~glesia,

despues de haber quitado de la puerta las censuras

fulminadas por el Vicario contra un fraile compli–

cadu en el asesinato de un clérigo,

y

contra otro,

que decía responsos en el templo, con perjuicio de

cierta cofradía agraciada con este privileg io; el Go–

bierno tomó providencias severas contra desman tan

escandaloso; pero los más de los culpables lograron

eludirlos. Las monjas clari as de Charcas consi...

guieron sacudir su yugo, poniéndose bajo la direo-;

cion del diocesano. Se adoptaron 'medidas trascen-+

dentales con el coIQisario general de San Francisco;

el Vicario de la Merced

Y.

el provincial de esta úl-