EL CONDE DE SUPERUNDA.
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~ue
la
muerte pronta del Prelado habia allanado
las
dificultade .
Los doctores de la Universidad se mostraban
· siempre refractarios
á
todas las reformas: aunque
se acordó, que" los estudiantes concurriesen
á
las au–
las para oir
y
escribir las lecciones , continuaron
las
cá~edras
sin discípulos; otros abusos, denun–
ciados por el Rector, quedaron sin remedio; se habia
dispuesto igualmente, que las religiones no pudie–
sen tener en el claustro sino dos graduados,
y
uno
solo entre los profesores; pero cediendo
á
represen–
taciones fundadas, siguió preponderan do en la docta
corporacion el número de los frailes.
Las órdenes religiosas eran fuertemente conte–
nidas en otras aspiraciones, y perdian mucha parte
de su influencia. En Potosi habian dado un graví–
simo escandalo, entrando de tropel en la
~glesia,
despues de haber quitado de la puerta las censuras
fulminadas por el Vicario contra un fraile compli–
cadu en el asesinato de un clérigo,
y
contra otro,
que decía responsos en el templo, con perjuicio de
cierta cofradía agraciada con este privileg io; el Go–
bierno tomó providencias severas contra desman tan
escandaloso; pero los más de los culpables lograron
eludirlos. Las monjas clari as de Charcas consi...
guieron sacudir su yugo, poniéndose bajo la direo-;
cion del diocesano. Se adoptaron 'medidas trascen-+
dentales con el coIQisario general de San Francisco;
el Vicario de la Merced
Y.
el provincial de esta úl-