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EL' CONDE DE SUPERUND.A.

de

los

vireyes; .decretó, .que á nadie, sin-o á su peri–

sona, se tocase el órgai:io al entrar en el templo·

.exigía de un canónigo qlil.e le incensára por distin–

to lado del que estaba en posesi01i de .hacerlo; pus0

dificultades sobre la manera de invemtariar las

al–

hajas de la catedral

y

de visitar 1os hospitales; re-–

sistia recibir

la~

provisiones de ruego

y

encargo ;.

.contra las disposiciones terminantes de la

ley~

no

daba el informe abierto sobre los exámenes de op0-–

sicion

á

las canongías de oficio,

y

pretendía deC<i–

dir, si había

ó

no lugar á nuevo concurso por muer–

te del provisto ántes de haber tomado posesion de·

su silla; en fin, suscitó un largo

y

ruidoso alterca:–

do por el empeño en colocar de catedrático

á

un

fa–

vorecido suyo. Estas contiendas entre las

~os

auto–

ridades superiores del reino y de la Iglesia, qlile :

hacian perder

á

la administracion el tiempo y el

prestigio, sólo cesaron por la traslacion del prela<il(f):

al arzobispado de Granada. adonde aid.0s aespues

pudo ver

á

su poderoso contendiente en situacion

h.a-rto lamentable.

En Charcas se suscitó una gvavísima cuestion por–

haber sido acometido el Arzobispo de ataques cere–

brales, que le dejaban por algun tiempo privado det

uso de razon. Declarándole incapaz, le señaló

aquella Audiencia un administrador de rentas .,

y

el Cabildo, reasumiendo el gobierno de la

diócesis~

nombró un provisor. El Virey anuló

esta~

prov.i-y

ciencias,

y.

el Monarca castigó á sus autores, .aun-