EL :MARQUÉS DE VILLAGARCÍA.
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empleados, el progreso de la riqueza púb¡ica,
y
la
contabilidad algo más atendida, junto con algu–
nas lecciones severas
á
los oficiales reales de Piura
y
de Lima, iban restableciendo el
e~uilibrio
en–
tre las entradas y egresos. El déficit anual, que se
elevaba
á
unós 300.000 pesos, podia d'esaparecer
mediante algunas reformas de no difícil ejecucion;
pero inesperados gastos de guerra acrecieron ex-
. traordinariamente lós apuros del erario. Para hacer
frente á formidables hostilidades fué necesario
suspender el pago de sueldos
y
censos, pedir un
,empréstito,
y
á
fin de que se proveyera
á
su amor–
tizacion
y
á
los crecientes gastos militares, esta–
blecer un nuevo impuesto sobre los frutos d 1 país,
por el tiempo necesario para la cobranza de dos mi–
llones netos. La nueva carga, por más qne pare–
ciera dnra en un país poco acostumbrado
á
pareci–
das gabelas,
fué
aprobada en una junta de tribuna–
les; se sobrellevó ménos mal, preca,iendo , Cí_Ue no
se hiciese permane:ite,
y
se regularizó con una ad–
ministracion bien sistemada.
Antes de estallar la guerra, se habian hecho
gastos de cuantía para
fo~tificar
á
Montevideo, nue–
va plaza que protegía á Buenos-Aires contra las
agresiones marítimas
y
contra la .sospechosa vecin–
dad de los brasileros. Una conspiracion descubierta
en Oruro habia heclio temer por momentos cos–
tosas operaciones en el interior. Un mestizo de
Oruro, que pretendia descender de los Incas, _ima-
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