Table of Contents Table of Contents
Previous Page  78 / 418 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 78 / 418 Next Page
Page Background

68

EL MARQUÉS DE VILLAGARCÍA.

'

hicieron rogativas públicás. Dn terremoto, que

asoló el pueblo de Toro,, en la provincia de Chun.–

vivik~as,

fué ·atribuido al celestial castigo de la ar-

raigada idolatría.

_

El,Santo Oficio impedia, junto con la invasion

de la incredulidad creciente en Europa, la propa–

gacion de los conocimientos_ físicos. Todavía en 1737

se dió el escándalo, felizmente por última vez, de

sacrificar víctimas humanas

á

la pureza de la fe.

En Lima fué quemada viva madama Castro,

y

en

estatua su director el jesuita Velasco, acusados de _

judaizantes. Lo más triste es, que, .segun los datos

más aceptables, aquella infeliz se cuidaba poco de

la ley de ,Moisés,

y

en su condenacion influyó, no

el celo por la religion, sino un despique amoroso.

La Inquisicion, combatida

ya

con éxito por la to–

lerancia del siglo, se estaba desacreditando en el

Perú con los excesos de sus ministros. Un visitador

íntegro

y

celoso condenó

á

prision

y

embargo de

bienes

á

los inquisidores, inculpados de rnalversa–

cion;

y

aunque,

~uertes

con su prestigio

y

relacio–

nes, se volvieron contra el juez

y

no se sometieron

al castigo; la destemplanza de s'us quejas les hizo

perder en la opinion 'tanto, como habrian perdido

confesando y expiando humildemente el delito.

En las relaciones generales con el clero, si bien

abundaban los motivos para las 'colisiones, no ocur–

rieron controversias graves. El Virey, siempre

amante de la cortciliacion

y

de las medidas suaves,