hL MA:RQUÉS DE CASTEL-FUERTE.
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mºoras, tuviei:on que venir á Lima para expender su
cargamento~
y habiendo pretendido establecer aquí
un tribunal mercantil en virtud de cierta autoriza–
cion régia, fueron desoídos por las justas represen–
taciones del Consulado. No bastó tan gravoso escar–
miento para que todavía no se obstináran los parti–
culares y el Gobierno en el sostenimiento delos des–
acreditados galeones; la reconocida impotencia de
continuar la perjudfoial rutina no debia tardar en
sustituirlos con buques expedidos para el Pacífico.
Las grandes contrariedades y pérdidas, experi–
mentadas por · querer violentar la marcha del co–
mercio, no impidieron que la poco ántes arruinada
· Hacienda, levantándose de dia en dia por la escru–
pulosa solicitud del Virey, hiciese frente
á
todas
las aten.ciones. Los salarios fueron pagados con
exactitud; enviáronse situados oportunos
á
·Buenos–
Aires, Valdivia, Chile, Panamá, Cartagena y Santa
Marta; las demas asignaciones fueron cubiertas;
las murallas del Callao recibieron costosas repara–
ciones, y para que no se arruináran con lo embates
del mar, e construyó una doble estacada, que se
rellenó de piedra; fué
~arenada
la armada,
y
me-
j
or6se con un buque nuevamente fabricado en Gua–
yaquil, que recibió el nombre de
San Fe'"mi'n;
costearon una expedicion al Tucuman para impedir
las irrupciones de los bárbaros, y otra al Paraguay,
cuyos comuneros habían dado muerte á su gober- ·
nador Ruiloba,
y
fueron al fin pacificados, despues