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EL MARQUÉS DE CASTEL-FUERTE.
d'0 severos escarmientos, por D. Bruno·zavala. La
invasion de los araucanos babia sído detenida sin
c6stosos sacrificios, quedando, sin embargo, dismii.
:nuido el número
d~
misiones fronteriza,, que, por
lo tanto, recibieron una asignacion menor. Tám–
poeo los de Cbancbamay obtuvier0n por completo
les
6.
000
pesos asignados por el Rey. S. M. no de–
bía quedar descontento; porque se socorrió tambien
á
los galeones con
200.000
pesos, y el Real Tesoro
de Madrid logró más de dos millones.
La Administracion babia sentido la mano
rep~ra
dora del Virey en todos sus
ramos.
~o
sólo la se–
guridad pública, la policía de ornato, el abasto de
Lima
y
todas las exigencias locales habían ·sido
atendidas por el Marqués, entre las graves -ocupa–
·ciones- del gobierno general; sino que hasta las
costumbres merecieron su escrupulosa vigilancia.
La multitud de sus providep.cias dió motivo
á
los
murmurador~s
para que le llam:áran Pepe-Bandos.
Su severidad hizo muchos quejosos. Mas la córte,
reconocida
á
sus servicios, le condecoró con el Toison
de
Oro~
y
aunque los colonos lamentáran más de
una vez sus demasías, daban la preferencia
á
un
jefe justiciero sobre el anterior desgobierno. El sa–
bio Peralta atenuó las faltas
y
encareció su méri–
tos en la relacion de su período, notable, no sólo, por–
que desde la del virey Palata se babia dado única–
mente una diminuta. de la Audiencia, sino tambien
porque ofrece importantes apreciaciones
y
noticias
f