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EL

MARQUÉS

DE VILLAGARCÍA.

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f.-:mática muched:umbr0,

y

sólo pudiero'n salvarse los.

demas por el pronto amparo de las

autoridad~s.

Al Cuzco habian ido, á principios de 1739, cua–

tro misioneros franciscanos, venidos de España, que·

doctrinaban bien

y

producian

la

conversion de va–

rios pecadores; pero que con sus predicaciones tea.....

trales no dejaban de extraviar las creencias del

rudo vulgo , ya dispuesto á hacer su divinidad de

las imágenes veneradas

y

á

desvirtuar el cristianis- ·

mo con las tradiciones materialistas de la idolatría ..

Los imprudentes predicadores, no contentos con las.

(

voces destempladas y con cantares asaeteados, se

quemaban el brazo para dar idea del fuego del in–

fierno, esgrimian el crucifijo como una espada, á

fin de exhortar al perdon de los enemigos, exhi–

bian el retrato del diablo

y

el de un alma en pena,

ponian luces en las calaveras

6

usaban otros apara-·

tos escénicos. que representáran la salida de las al–

mas del purgatorio,

y

bajaban del púlpito en busca.

de la oveja perdida.

Las cafamidade

y

áun las más inofensivas apa-·

riciones naturales, exaltaban la devocion de la ig-·

norante muchedumbre. El derrumbe de un cerro,

que obstruyó pasajeramente al rio de Urubamba,

produjo, con la inuridacion de varios pueblos, gran

perturbacion en los ánimos. Una aurora boreal, que

se vió en el Cuzco

á

las ocho de la noche, asustó al

vecindario; y aunque el Obispo procuraba tranqui–

lizarlo, los jesuitas exhortaron á la penitencia

y

se