EL PRÍNCIPE
DE
SANTO BONO.
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:Sentería. Los remedios nada tenían de seguro, ni de
fijo. Algunos enfermos sanaron echándose al rio con
la fiebre
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bebiendo agua fria; otros se restable–
cieron puestos ya en el cementerio.
Los indios parecían las víctimas preferidas de la
epidemia, agregándose esta poderosa causa de des–
iruccion á las que de una manera perm,anente es–
taban acabando con la mísera raza. Fijándose Feli–
pe V. en los estragos, que sufrían los mitayos
d~
Huancavelica, ya por trabajar de día y de noche,
mal pagados ·y peor tratados, ya por vivir entre
precipicios y eflu
~ios
deletéreos, acordó abolir tan
inhumana mita, hacer todas las labores por opera–
rios voluntarios, y á falta de ellos, por delincuentes
.
.
condenados á trabajos forzados. Para que sus bené-
ficas miras tuviesen cuniplido efecto, debia el Virey
ir al mineral y velar personalmente por la fiel eje–
cucion de lo resuelto. Mas el Príncipe no pudo en–
cargarse de tan humanitaria comision por haberle
sucedido en el gobierno el antiguo Arzobispo de la
Plata, que, despues de su. mando interino, obtuvo
.el arzobispado de Lima
'y
el título de virey pro–
pietario, por sus
valios~s
obsequios al Monarca.
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