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EL ARZOBISPO DE LIMA.
La hacienda se preparaba cuantiosas entradas elil.
el ramo, hasta entónces poco productivo, de tribu–
tos, por la incorporaeion, que
á
la C0rona debia ha–
cerse de las encomiendas vacantes
y
por la extin–
cion de mercedes de segunda vida, segun se de–
cretó por cédula real de l
720.
La nobleza llevó
á
mal una
m~dida,
que le arrebataba la esperanza de
un premio reservado á los beneméritos ,
y.
de un
poderos0 recurso para sostener el lustre de las anti–
guas familias. Con mayor generalidad y sobra de
justicia se censuraba el que los corregimientos c0n–
tinuáran beneficiándose en España. Los corregido–
res, que á más
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ménos costo venian de allí nom–
brados, se ocupaban, ante todo, y sin e crúpulo,
en especular con sus destinos, resarciéndose de sus
anticipaciones
é
improvisando una fortuna ; las
provincias eran esquilmadas, disminuia la oprimi–
da poblacion, se agotaban las fuentes , de produc–
cion, los colonos dignos de ser empleados no ha-·
1laban el merecido destino, los yireyes carecian de
su más firme apoyo, no pudiendo estimular á los
buenos servidores con la justa recompensa , y el
poder colonial se aislaba
y
debilitaba I!lás y más ,
cuando el espíritu reformador del siglo, precursor
de peligrosos levantamientos, soportaba ya de mal
grado los grandes abusos.
En el remoto Paraguay ocurrieron disturbios
duraderos, que ponian de manifiesto la creciente
disposicion de los pueblos á no sobrellevar ensilen-