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EL OBISPO DE QUITO.
Príncipe de ·santo Bono, encargando del gobierno
hasta su llegada, al Arzobispo dela Plata, quien por
entónces sólo lo desempeñó durante cincuenta días.
Por no hacer un manifiesto desaire al respetable
©bispo de Quito, se resolvió, contra la
prá~tica
ge–
ner-al, que marchase
á
Madrid sin dar ántes su re–
sidencia en Bima. Él no quiso ser dispensado de
esta obligacion; contestó ántes de partir los 23 car–
gos que se le hicieron,
y
emprendido el viaje
á
la
Península, murió en Méjico, adonde habia entrado
por Acapulco. El entendido Peralta levantó un mo–
numento
á
sus virtudes , con la
imágen política
de
su g obierno, si bien no logró ocultar el estado. las–
timoso de la hacienda
y
el desconcierto de toda la
administracion colonial.
CAPÍTULO V.
DOl:
OÁRMINE NIOOLAS OARACOIOJ.O
1
P RÍNCIP E DE SANTO BONO.
1716-1720.
.
Un acontecimiento lamentable, que habia
t
nido
lugar meses ántes de la llegada del Príncipe , llamó
mucho la atencion por algun tiempo, tanto
á
cau–
sa de la gravedad de sus circunstancias, cuanto
porque mostraba la lucha: de dia en dia ménos des–
igual, entre los poderes eclesiástico
y
político. Don
Juan Manuel Ballesteros, habiendo muerto
á
Don
Antonio Esquivel, ma rordomo del Arzobispo- irey,