EL OB!ISPO .DE
QUITO.
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ñada arboleda,
y
destruir sus fortificaciones. Seve–
ros
escar~ientos
impidieron la reproduccion de
sus
correrías.
En favor de los ipdios se prohibió la fabricacion
del aguardiente de caña, cuyo excesivo uso los
diezmaba. El mineral de Huancavélica, donde aca–
baba de descubrirse una nueva veta, recibió algun
fomento. A los deudores al fisco se concedían largas
esperas; se procuraba pagará los acreedores anti–
guos
ó
recientds
~
n_o eran desatendidos los emplea–
dos que recl?-maban sus salarios, ni, en general, se
desairaba
á
los que p0dian recibir algun favor. ·Con
más arriesgada condescendencia se permitió
á
los ·
comerciantes franceses, que internasen sus merca–
derías por el puerto del Callao, pagando el 7
•¡,
por
100
de derechos. Aunque sólo tres buques hi–
cieron us0 de esta autorizacion, se consiguió la en–
trada extraordinaria,
y
por cierto no despreciable.
de 253.868 pesos 7 reales por derechos de almoja–
rifazgo,
y
119.328 pesos por alcabala.
Unas providencias, que tan bien consultaban los
intereses locales, no podían ser bien acogidas por
la córte, que con la
pa~
de Utrech veía consolidada
la dinastía, y que bajo la direccion del audaz car–
denal Alberoni aspiraba
á
recobrar su antiguo pues–
to
entre las grandes potencias de Europa; para lo
que contába con los millones que enviaría el Perú,
puesto en vigor el antiguo sistema de galeones.
Para llevar
á
cabo sus miras riombró de Virey
al '