EL OBISPO DE
QUITO.
-la actual iglesia de Santa Liberata,
á
la que el Vi–
rey dotó de capellan
y
rentas para pe:rpetuar la di–
chosa memoria con el culto
y
con las limosnas dis–
tribuidas
á
los pobres en el día de su advocacion. Al
ama del zambito le pagaron por su libertad tres–
cientos cincuenta pesos.
Los establecimientos eran constantemente aten–
didos; la nobleza recibía codiciados destinos
y
dá-
r
.
divas cuantiosas; la Universidad, que en el rec1 o-
rado de Peralta logró construir su magnífico gene–
ral, obtuvo ántes renta segura para la
cát~dra
de.
matemáticas, asignacion efectiva para la de méto–
do y la esperanza de otra para la anatomía; .espe–
ranza que no debía satisfacerse sino largos años
despues. Los estudios literarios, que habia fomenta–
do ·el Marqués de Casteldosrius, estaban dando se–
ñales de vida con la publicacion de várias poesías
de algun mérito.
.
El público agradeció al Virey los esfuerzos he–
chos para ahuyentará un corsario inglés, que, sin
embargo, apresó algunos buques mercantes, sin su–
frir por su parte daños de importancia. Con mejor
f
éxito se emprendió la persecucion de los negros ci–
marrones, quienes, de un palenque formado en los
vecinos montes de Huachipa, hacian asaltos conti–
nuos
á
los traficantes
y
á
las haciendas de la comar–
ca. Fué necesario, que el Corregidor de Huarochiri
emprendie;a una campaña en forma para bloquear
á
los cimarrones, tomarlos por asalto en la enmara- .