EL OBISPO .DE
QUITO.
23
Un nuevo ·Potosí, súbitamente descubierto, no
habria excitado más satisfaccion, que el hallazgo del
inestimable
depó~ito.
El padre Masía tomó el San–
tísimo
Sacram~nto
en sus manos veneradas; la hier–
ba, tierra
y
agua que pudieran conservar alguna
reliquia, se llevaron en fuentes de plata; las co–
munidades se presentaban de tropel,
y
los' clérigos,
olvidando parte de sus vestidos; tambien acudían
los caballeros sin cuidarse del ornato, unos sin es-:
pada, otros sin capa, algunos sin peluca
y
áun con
la cabeza descubierta; corrió' igualmente'
á
pié
y
sin cubrirse el piadoso Obispo, aunque estaba
muy achacoso, y
á
las dos de la tarde del ardiente
estío lanzaba el sol rayos de fuego. La exaltada
muchedumbre, que henchiB; el tránsito, exhalaba su
devocion en vivas al Virey, á
la.fey
al Santísimo
Sacramento; echaba los sombreros al aire y arroja–
ba puñados de plata. La devocion viva
y
candoro–
sa del religioso cortejo no se escandalizaba de que
un bufon , borracho..consuetudinario, llevase la de–
lantera, despejando la carrera con un baston,
pi~
diendo víctores y diciendo chocarrerías. Los mu–
chachos daban rudos golpes en la campana Angola,
que por estar rajada no podia formar concierto con.
el general clamoreo de las iglesias. El repique con-
.tinuó por varios dias; el sitio del hallazgo se hizo
centro de una piadosa romería; la tierra inmediata,
extraída por los sacerdotes, era llevada devotamen–
te
á
casa de los vecinos,
y
no tardó en erigirse allí