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8.

EL MARQUÉS DE CASTELDOSRIUS.

y_

lo frívolo con

fo ·

grave; el testimonio se presen–

taba, de suyo, sospechoso, desde que se habia pro–

curado interceptar todos los medios de defensa ; así,

·cuando los acusadores del Virey hubieran podido

lisonjearse con haber dado un golpe certero,

fué

re·–

voc,ada la precipitada deposicion y él continuó en

el

ej~rcicio

de su elevado cargo, hasta que la muerte

-vino

á

sorprenderle en 1710.

.

'

A principios de este gobierno, el 17 de Setiem–

bre de 1707, se sufrió en las provincias d_el Cuzco

un gran terremoto, que causó mucho susto en la ciu–

dad, sin

1

hacer ninguna víctima; mas el pueblo de

Oapi se destruyó,

sepultaE.do

entre sus- ruinas unas

160 personas; en otros pueblos perecieron váric;i.s,

ahogadas con el polvo

6

destrozadas con los der–

rumbes. · Si se ha de estar al ·testimonio 'ocular de

unos

cuarent~

y nueve vecinos, la hacienda de San

Lorenzo pasó . de una á otra banda del

A

purimac

con casa y gente, que estancto . durmiendo durante

el temblor nocturno, se despertó al amanecer, tras–

plantada de un modo tan extraño. La ignorancia

de la época hizo considerar aquella calamidad como

un castigo de secretas idolatrías,

y

fueron peniten–

ciados varios indios, algunos mestizos y un es- '

clavo, que eran acusados de venerar al diablo y de

dar culto supersticioso al apóstol Santiago bajo el

título.de

Santiago Huaina (el mozo).

Sin sobrexcitarse por el temor á los terremotos, se

sostenía la piedad de Lima iempre ferviente, y con