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EL MARQUÉS DE CASTELDOSRIUS.

17

~rédito

á

su último punto, no dudó

fa.

Audiencia

.acoger las quejas de los descontentos; el tribunal del

consulado, resentido de que se hubieran anulado los

nombramientos de prior

y

cónsul, y exasperado por

la prision de un benemérito contador, esforzó las

acusaciones, que fueron apoyadas por muchos co–

merciantes; el almirante frances, que no podia so–

brellevar en silencio el perjuicio irrogado

á

sus com–

patriotas por tan podero o concurrente, elevó la de–

nuncia hasta el trono; para que la pérdida del

acusado fuese más cierta, se retardó el envío de su

.correspondencia oficial, se interceptaron las cartas

particulares que pudieran favorecerle, y sólo se

dió curso á las que podian comprobar

ó

agravar lo

cargos. De esa manera, siendo objeto de enormes

qw~jas,

que nadie desmentia ni atenuaba, fué de–

puesto sin ser oido, ántes de haberse cumplido do

años de su llegada al Perú; por fortuna suya, tenía

en la córte un ángel ele guardia en su hija doña Ca–

talina, que era dama de la Reina

y

con solicitud

fi–

lial supo hacer valer en su descargo la adhesion an–

tigua y los servicios

r~cientes

del Marqués

á

Fe–

lipe V, las jo

y

as empeñadas por él en Lima para re–

mitirle fondos, la pérdida de un hijo, muerto en de–

fensa del Monarca, y

o~ros

inapreciables sacrificios

hechos por la familia de Seinanat en la guerra de Ca–

taluiia. No

fué

difícil debilitar la acusacion, porque

el ódio, ciego, como de costumbre, había mezclado

lo cierto con lo dudoso, lo probable con lo verosímil

~