D. JOSÉ ABA AL.
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trono de su mayores, profundam nte divididos
á
los inde endi nte de ueno - ires, ·y
á
los de
Chile ufri nd on i ·uale e cisiones los amagos
de una r ccion terrible.
A
bg,scal envió al último
reino un
pedicion, con fundada esperanzas de
someterlo de nu vo al yu o colonial. 8ucesos tan
alarmant . como imprevi tos, le hici ron temblar
por la cau del ey ha ta en la e pital del virei–
nato. Mont vid o qu le ha ia sostenido tenazmen–
te
y
ont · tod·
i
con pod roso
1
mentos de
defen a, c·
6
en poder d lo patriotas. 8obreexci–
tado el lor de lo ar ntino , volvieron pujantes
contra la huestes de Pezuela. Reanimados los guer–
rillero · del Alto Perú, le asediaron ele más cerca.
El 3 de
A
o to de dicho año e talló en el Cuzco un
movimi oto
1
nta1 nte prepar- do, que tomó en
brev gran ia.. a pr porcion s.
El a ique D.
1
t
o Pumacahu , que
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ntos ser–
vicio h bia pr ..
fa
d .
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t:;ohierno olonial en la re–
volucion d Tu
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m rn
qu por lo pre ..tados
recient
nt l bia si o
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v
do
brigadier; los
herm no Jo
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ic nt
n ulo, de los que el
primero taba pr o p9r con pir dor; lo curas
d
r y Muñ · ,
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Dr. A
tet
,
1
coronel Mo co-
o. 1en oz , inelo
otro homl>re entu iastas
apod r r n. por un bien conc rt do pl n, de las
ut ridad
·u· rm ion , recur os, in l menor
efu ion d
n re, y n tan
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liz
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it ,
que
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de-
cir d
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o: ,,
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Dio pone un mano en la co-