D.
JOSÉ
.ABASCAL.
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indio , y entre otros de la segunda época c<:>nstitu–
cional, el jóven Pando, ue años despues fué Minis–
tro de Relaciones Exter10res, en la época más difícil
de la revolucion española. En la capital del Perú
se vió tambien con general entusiasmo la eleccion
del entendido D. José Salazar
y
Baquijano para
consejero de la
R~gencia.
Esperaban muchos, que,
miéntras se festejaba con exaltacion tan honroso
nombramiento, pudiera determinarse algo de de–
cisivo en favor de la independencia; por eso se vi6
la salida del ántes popular compatriota con
~urna
frialdad, por habérsele creído opt:testo,
6
por lo mé–
nos indiferente
á
la emancipacion inmediata. Otras
· alternativas de
ilu~ion
y
desaliento se fueron ofre-·
ciendo por la agitacion · estéril, que producían las
elecciones populares de los ayuntamientos, la in–
decisa libertad de imprenta
y
la abolicion del San–
to Oficio, en cuyas cárceles penetró la multitud en
tumultuoso desórden ..
· En la oscilacion de temores
y
esperanzas no p0-
dia ménos de hacer progresos .continuos y cada dia
más rápidos el espíritu de independencia, desde que
había cierta libertad de hablar, escribir
y
leer. Las
l'ecciones del convictorio de San Cárlos; el
Satélite
del peruano,
periódico en que escribían Calatayud,
Villalta, Cisneros, Baquijano, Aldana
y
otros
li-·
berales; los discursos
y
correspondencia de los di–
putados; el trato con los ingleses, aliados de Espa–
ña-;
los libros,
y
la marcha misma de los Lechos,