.230
.
D. TEODORO DE CROIX.
inapreciable en el chachapoyano D. Toribio Rodri–
guez de Mendoza, quien procuró levantar los estu-
. .dios
á
la altúra 'del siglo , no desmereciendo los de
Lima de los mejor sistenf1dos en la PeO:ínsula bajo
un gobierno reformador. Los peruanos estaban lu–
ciendo allí
y
en América la claridad
y
extension de
.sus talentos. El Cuzco se ilustraba con las lecciones
y
direccion del tacneño. D. Ignacio Castro, que
á
una vastísima instruccion unía un estilo correcto
y
elegante. Don Hipólito Unanue, doctísimo médico
y
gran literato, iba
á
ser el oráculo de los vireyes,
miéntras llegaba el dia de servir con inteligencia
en la administracion indepef!diente. La escuela de
ruedicina de Mompeller admiró la instruccion de
Dá\ alos, quien, á causa de su uolor, no _babia con–
seguido ser graduado en la uniYersidad de Lima.
La córte habia admirado las Úrillantes dotes de don
Pablo Olavide, quien, despues de haberse distingui–
do en la sociedad , las letras; el gobierno de Sevilla
y
la colonizacion de
Sie~ra-Morena,
expió sus opi–
niones religiosas con las penosas mortificaciones,
impuestas por el Santo Oficio,
y
de una manera
gloriosa, publicando su elocuente
E vangelio en
triunfo
y
su traduccion de los. salmos. Aunque el
Mini terio trabajára con celo por la propagacion de
1
luces , veía con inquietud la difusion de ideas
ho tiles
á
la relig ion
y
al poder absoluto, recelan–
do, sobre todo la peligrosa excitacion, que :pudieran
pr.ovocar en sus adormecidas colonias. Con ese re-