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D. TEODORO DE OROIX.
el campo,
y
de 10 por los que lo fueran en la ciudad ,.
sostuvo el celo de los agentes de· policía, sin gra–
var demasiado
á
los propietarios. Despues de dictá–
menes
y
recursos contra
t
1
ctorios, se adoptó para el
Callao 'la formacion de un muelle, que no estuvie–
ra, como los anteriores, en inmediato riesgo de in–
ütilizarse por el material, que de contínuo acarrea
la resaca.
Tanto en las mejoras locales, como en las medidas·
trascendentales
á
todo el vireinato, pudo Croix pro–
ceder en los últimos años con mayor
~esem
baraz<>
y
decision, desde que, dándose por terminada la
visita. regresó Escobedo
á
su plaza en el Consej<>
de Indias. Como Superintendente de Hacienda po- .
dia interponer su veto en cualquier proyecto, por–
cuanto todos afectaban
á
las
rentas~ ·
y
en calidad
de Visitador general, todo podia entorpecerlo con
sus observaciones y censuras,
á
las que la córte
encargaba prestar la mayor consideracion. El buen
Jáuregui sufrió mucho,
y
tal vez murió en conse- _
cuencia de las vehementes instancias con que Es- ..
cobedo le forzó
á
perseguir
á
los indultados, ata-·
cando de engañosa la pacificacion, y por los dis–
g ustos, que él
y
Areche le suscitaron, con motivo–
de haber acordado el perdon de
tributos~
Escarmen–
tado Croix, nada resolvi6 de grave por sí, ni se–
opuso nunca de frente
á
las miras de su influyente
copartícipe en la administracion general: sólo obró
qe
lleno, cuando no vió dividida , ni coutrariada