D. TEODORO DE CROIX.
229
visitadoreR. El r. La Reguera, que
á
la sazon ocu–
paba esta sede, visitó por sí mismo, no obstante
u achaques
y
años, la
diócesis~
e esforzó por la
ol>servancia de la disciplit eclesiástica,
é
hizo se–
parar por concordia
á
tres curas incorregibles, que
e candalizaban
á
sus feli:::,reses con toda suerte de
desórdenes. Las grandes glorias del obispado pe–
ruano eran en. aquel tiempo D. Jaime B lta ar
Martinez Compañon, prelado de Trujillo,
y
el de
Arequipa, D. Pedro José Ch· ves Je la Rosa. El pri–
mero no sólo puso en pié brillante el seminario con–
ciliar, sino que trató de e tablecer un colegio en
Huamachuco
y
dos escuelas en Cajamarca; redujo
á poblacione""' cómodas las gentes dispers s en sitios
poco accesibles; propuso la mejor di vísion de doctri–
nas; abrió caminos
y
en eñó buenas pr: cticas ao'rí–
cola ; ele\ ado por sus méritos al arzobispado de
anta Fe, dejó en Trujillo un vacío irreparable. El
segundo no es recordado con ménos veneracion
y
bratitul en Arequipa,, 1 que, ntr otras m do–
ras importantes, dotó de una ca a de huérfanos, de
donde han salido hombres ilu tres,
y
de un bien or–
ganizado seminario, que por u ·wanz da enseñan–
za principió
á
hacer brillar ·el privilegiado talento
d lo areq uipeños.
En Lima estaba dando la inst'ruccion pasos
0
i–
gantescos. El cole
0
·io ele ::)an C·írlos, sacado de la
tutela de los canónigos, que necesitaban descui–
dar la cátedras para asistir al coro, tuvo un rector