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D. TEODORO DE CROIX.
nástica.s, sino con escándalos más
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ménos pasaje–
ros
y
discordias de cierta magnitud. Las mismas
· monjas, dependientes de algunas órdenes, como las
clarisas de Trujillo,
quisi~;on
sacudir su yugo, pre–
sentándole como desmoralizador y ruinoso . Hasta
los misioneros de Ocopa dieron mucho que hablar
por una violenta eleccion. de guardian, que con el
apoyo del Intendente de Tarma se logró h&.cer al fin
en.eldistinguido padre Sobreviela. Animado éste
del más puro
é
ilustrado celo por la conversion de
los infieles, propuso asegurar su reduccion con una
marcha prudente y gradual,
avan~ándose
al inte–
rior de las sel vas con colonias agrícolas, sin desde–
ñar el apoyo de los curas
y
gobernadores de la fron–
tera. No ·tuvo lugar la solicitada traslacion del co-
. legio de misioneros
á
la ciudad de Guanuco, ni
tampoco se construyó el proyectado fuerte en la
confluencia del Pozuzo
y
del Mair'.o, que debia ser–
vir de base para bajar sin ries·go por el Pachitea,
y
luégo abrir comunicacion
COD:
Europa por el Uca–
yali
y
Amazonas. Sin embargo, no tardaron en re–
ducirse algunos salvajes por aquellas montañas.
La religion esperaba mucho, y la agricultura_no
ganó poco con la repoblacion del valle de Víctor
á
fines de 1788. .Apoyado en la inmediata serranía,
está aquel pintoresco valle ménos expuesto
á
la in–
vasion
~e
los chunchos; su clima, purificado por
los aires de la cordillera oriental, no es tan enfer–
mizo como el de los lugares sepultados en la espesa