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D. TEODORO DE OROIX.
truccion de un puente de madera en el rio de Je–
quetepeque, que por sus dimensiones
y
por las cir–
cunstancias de su fábricf. probaba lo mucho que el
país podia e.. perar de la iniciati va local. Dicho
puente, que en la estacion de las lluvias libertaba
de grandes riesgos
á
pasajeros
y
carga-s. tuvo 76
varas de largo ' 6 de ancho
y
11 de al to en el
medio, disminuyendo de elevacion hácia los extre–
mos,
fué
de 13 ojos,
y
sólo costó 1.200,
pe~os,
su–
plidos por la caja de comunidad
y
reintegrados por
los
h~cendados.
Este prodigio
~e
econo11:1ía sólo pudo
realizarse por los esfuerzos combinados
y
genero–
sos del subdelegado de la provincia,
~el
cura de
Pueblo Nuevo
y
de los habitantes de la cercanía.
Una obra de otro género, pero no ménós recomen–
dable, fué la casa fundada por el vecindario de lea,
para ejercicios espirituales, educacion de niñas ex–
pósitas
y
curacion de mujeres pobres.
En beneficio de muchas provincias interiores, se
proyectó la ereccion de los obispados de Puno
y
Huanl?-co, que no ha sido realizada sino
á
pocos aí1os
há. El de Puno no podía ménos de ..: er aplazado,
porque esa intendencia estaba por entónces incor–
porada al vireinato de
Bue:o.osAire , y en lo espi–
ritual dependía en parte del obispado del Cuzco
y
en parte d
1
de La Paz . . El de Huanuco se difiri6
por no meno cabar la influencia
r
las rentas del
Arzobispo de Lima, que, se:::, un se dijo, atendia bien
á
las provincias uü s distantes, por sus vicarios
y