D. .MANUEL AMAT· Y JU :rrE ...T.
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corregidores, se decretó, que no pudieran pr.eten–
iderlos, sin renunciará la carrera de la armas . Oomo
-salvaguardia del honor de las familia ' , se acordó
igualmehte por el Rey, que, si babia fundadas re–
damaciones por promesas de matrimonio, se si–
guiesen las cau"'as por las autoridad s superiores de
las colonias, · dando inmediatament de baja
á
los
·que hubieran dado lugar
á
ellas. Los enfermos del
ejército
y
de la marina debían
t
n r inmediatos
socorros en el nuevo hospital de Bella vi
fa.
La or–
ganizacion militar se a eguró con la enida de un
inspector
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eneral.
Para alejar el recelo de peligrosa vecindades, se
enviaron dos expediciones á la isla de Da vis ·,
y
tres
.á
la de Otahiti, cuyo principal objeto fué inve
tí–
gar, y en caso de haberlos, destruir los estableci–
mientos ingleses, sin dejarles esperanza de re
ta–
l>lecimiento fácil. No concibiéndose·
i
mor alguno
por 1 primera i la, se prestó una atencion pecial
á
la odalLca del Pacífico, la que aparevió ahor ,
corno en tiempo de Quirós, afluente de delicia ,
con las mejores condiciones para recibir una cul–
tura superior. En la primera expedicion !1gradaron
mucho las ventajas del país,
y
sus h bitantes tan
hospitalarios, como despejados; en
1
segunda e
quedaron algunos misioneros franciséanos destina–
dos
á
su conversion, quienes no reci bicron ningun
mal tratamiento; pero espantados al presenciai.· los
sacrificio"' humanos, hechos por la salud de uno de.
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