D. '.M.t;lliUEL AMAT Y
JUNIE~T.
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que no están libres las mejores fundiciones. Se hiza
ie;ualmenté gran provision de balas, cureñas
y
<?tros
pertrechos. Mas no -8e solicitó con decidido empeño
la construccion de buques de guerra; porque, si ro–
tas las hostilidades no había seguridad _para la na–
vegaci~n
, ni para las costas, siri una poderosa ar–
mada; era imposible construirla aquí sin gastos
ingentes,
y
sostenerla en tiempo de paz sin enorme
~ispendio.
Segun cálculos aproximados, el gasto
normal de un
nav.íode 64 cañones con 479
plazas~
montaba al mes 9.681pesos3 reales 2 maravedís; el
de .una fragata de 26 cañones con 267 plazas, 5.586-
pesos 2 reales 32 '/
5
maravedís,
y
el de otra con 22
cañones
y
231 plazas, 4.847 pesos 4 reales 22
'J/
5
ma–
rávedís. Faltaba adem·as en los puntos adonde podia
alcanzar la vigilancia del Gobierno, el abrigo in–
dispensa~üe
para que la escuadra no corriese la
suerte de la recientemente pérdida en el departa–
mento marítimo de la Habana.
~
Lo buques enviados de Europa, despues de esta-·
cionarse en los puertos de América, solían olvi–
darse de la estricta disciplina, que caracteriza á la.
marina,
y
habían dado peligrosos ejemplos de in-
~
solencia en Cartagena, Concepcion
y
Callao, fal–
tando aquí gravemente al respeto del anciano Mar–
qués de Villagarcía. Amat les dió una leccion muy
severa. Al emprender el regreso
á
la Península
.la
escuadra, que habia venido con ocasion de la guer–
ra, se amotinó la tripulacion de los navíos
Septen-