D. MANUEL AMAT
Y
JUNIENT.
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prestigio del Gobierno
y
por la mediacion de algu–
nos sujetos populares , que le eran adictos.
Aunque e:µ Lima, ·el carácter apacible de los ha–
bitantes
y
el respeto al Virey, tuvieran asegurada
la tranquilidad pública; no dejó de causar algun
sobresalto la creciente osadía de los bandidos. Los
que infestaban la ca:mpiña,· fueron desalojados de las
g uaridas, donde solian ocul
tar~e
en los valles de
Carabaillo
y
Bocanegra. Mas se necesitó toda la
energía
y
actividad del Virey para acabar con una
banda de malhechores, que tenía aterrado al vecin–
dario con sus asaltos nocturnos. Ninguna casa esta–
ba
4,
salvo de los forados "que hacian con fuego, de
sus llaves maestras , de sus escalas de alambre y de
sus ataques, bien concertados
~on
impenetrable se–
creto. La más viva inquietud se apoderó de la ciu–
dad el 11 de Julio de 1772, al saberse, que en la no–
chp, anterior se habian robado á cierta señora unos
sesenta mil pesos en alhajas
y
especies, haciéndole
pasar largas
hora~
de agonía
y
teniendo encerrada
en los cuartos á su numerosa ervidumbre. Por las
eficaces providencia · de la autoridad fueron toma–
dos con su botín los principales ladrones , que casi ,
todos eran soldados
y
estaban dirigidos por Rueda,
alférez de la guardia,
y
por Pulido, teniente gra–
duado. Amat avocó á sí la causa por ser de milita-
, res; su asesor D. Perfecto Salas, instalado en la
cárcel, la ubstanció en tres dias ·; el
11
de Agosto
fueron
sent~nciados
los reos; dos dias despues eran