D. ·MANUEL AMAT
·y
JUNIENT.
12·3
Perú, si no dej.ó fama de hombre impecable, comu–
nicó á la máquina administrativa un gran im.pul- .
so; con sus providencias severas, di6 á las hablillas
populares materia .de comentarios
y
encarecimien..
1
tos, áun no agotada con el trascurso de un siglo;
y,
así en los actos, como en la relacion de su gobier–
no, hallan los hombres pensadores abundantes ele–
mentos de políticas reflexiones.
La guerra declarada
á
la Inglaterra
y
Portugal~
obligó al nuevo Virey á ocuparse ante todo en la
defensa del vireinato. Segun la práctica habitual
ordenó, que los ganados se alejasen del litoral, no
faltasen los vigías, y se aprestasen las
milici~s
del
mejor modo posible. Hiciéronse prevenciones espe.–
qiales,
y
se enviaron socorros en dinero
ó
armas
á
los gobernadores del Paraguay, Tucuman, Buenos–
Aires, Chiloe, Vald1via, Chile, Juan Fernandez,
Guayaquil y Panamá. Amat creia, que el puerto
de Guayaquil debía reincorporarse al vireinato del
Perú, puesto que de aquí habia de recibir sus me–
dios de defensa, era el natural astitlero de la: arma–
da del Pacífico,
y
tenía con el Callao su principal
comercio.
El Peruano
y
?a 'Liebre,
únicos buques
de guerra, que
á
la sazon habia en el úitimo pue.r–
to, recibieron los aprestos
y
reparos necesarios
para·ponerse en pié de combate. Las playas veci–
nas á Lima, por donde pudiera intentarse un des–
sembarque' fueron bien. reconocidas y estudiada
Ja más eficaz defensa. En las nuevas fortalezas del