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DISD RSO PllELUll An

en servicio de su causa política por el rey

ó

por el parlamento segun le

convenía.

Cuando estos medios no eran suficientes, es decir, cuando la accion

debia alir de la esfera de poderes legales

y

reconocidos, el espi.ritn de

asociacion tradicional

y

poderoso en el país establecía prontamente llntre

los condados, cíudade , partes di\ ersas del territorio

ó

clases diversas

de la sociedad, relaciones directas

y

eficaces en virtud de las cuales se

organizaban otras nuevas a ociacione libres y momentáneas que impo–

nian contribuciones, reclutaban soldados, formaban junta ,

y

por medio

de ellas atendían

á

todas las necesidades materiales del partido politico

que habían abrazado.

En el seno de una asociacion de esto género, la que Jos cinco conda–

dos unidos del Este formaron para defender el parlamento, fue donde

Cromwell manife tó los primeros síntomas de su fuerza, y estableció lo

primeros cimientos de su poder.

En una sooiedad dispuesta

y

organizada de tal modo, la guerra

civil no ofrecía nada de estraño, ni impracticable. o tardó por lo tanto

en estenderse

á

todo el pal , una veces sostenida por los agentes del rey

ó

del parlamento y otras por e pontánea voluntad de todos los ciudada–

nos, que sin vacilacion de ningun g nero se lanzaban

á

la lucha como

á

ejercer un derecho

y

cumplir con un deber. Ambos partidos estaban

profundamente convencidos de la justicia

y

de la grandeza de su causa,

y hacian en obsequio suyo esos esfuerzo9

y

sacrificios que dan sublimi–

dad al ánimo aun en el mismo in tante de estraviarlo

y

comunican

á

Ja

pasion las apariencias y alguna vez basta los mérito de la virtud. No

por eso se entienda que faltase virtud

á

ning·uno de los dos partidos.

Lo caballeros, si bien no sin falta de razon eran Lacha.dos de violentos

y

licenciosos, presentaban en sus filas algunos de los mas perfectos mo–

delos de aquellas costl!mbres grandes

y

generosas que campearon en

antiguas familias ilustres por su patriotismo sin exigencia

y

por u dig–

nidad en la sumision. Los puritanos con u orgullo

y

dureza hacían un

inapreciable servicio

á

su patria estableciendo en ella la austeridad de

la vida privada

y

la santidad de las costumbres domé ticas. ornbatian

ambo partidos con encarnizamiento, mas no por eso echaban en com–

pleto ol ido, ni aun en el mismo seno de Ja lucha, lo sentimientos pro–

pio de otras épocas pacHicas

y

normales. u combates constituían una

guerra ivil ardiente, obstinada, llena de iolenoias y calamidades pero

exenta de angrientos motine , de matanza judiciale y otros clnico y