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DI C R O PnEW!IXAll

hebreo que defendia

y

vengaba

á

u Dios de cargando golpes sobre su

enemigos. A unos

y

á

otros les era familiar el sacrificio de la vida

y

no·

e horrorizaban de derramar sangre.

Otra causa, aun mas secreta, provocaba

y

agravaba la esplosion. o

eran solo los partidos politicos

y

religioso Jos qne se habian lanzado

al combate : tra de ellos se ocullaba otra cueslion ocia!, Ja lucha de las

clases diver as por alcanzar influencias

y

poder. o por e o se entienda

que e as cla es en Inglaterra estuvie en profundamente separada

y

poseí–

das de mucho aborrecimiento como en otros pai es.

t

1

pueblo ingles no

había echado en olvido que la alla nobleza babia defenJido las libertades

populares al defender la sn as propia . Los propietarios rurales los de

las grandes poblaciones ocupaban hacia lre siglos lo escaños del parla–

mento en nombre de las municipalidad s de Inglaterra. Pero durante

1

último sig'lo habían ocurrido grandes cambios en la fuerza relativa

ú

las diversa Jases en el seno de la sociedad sin que por e o s hubiesen

verificado cambios análogo en el gobierno. La a tividad mercantil

y

el ardor religioso habian comunicado un prodigio o impul o

á

las ri–

quezas

y

á

las ideas en las clase med ia . En uno de los primeros par–

lamento del reinado de Cárlos

1

se e bó de er, con admiracian, que

la cámara de los diputados era tre veces mas rica que la de los !ore .

La alta ari. tocracia )a no poseía ni daba por con iguiente

á

la monar–

c¡uia la misma preponderancia en la nar,ion. Lo hidalgo de provincia,

los a1 rendadore

y

pequeños propietarios rurale , que entonces eran mu

numeroso , tampoco ejercían en los asunto público una influencia pro–

porcionada

á

su importancia en el pai : habían recido; pero no se l1a–

biao elevado. De nqui resultaba que entre ello

y

ha ta n u int riore

fermentaba un podero o esplritu de ambicion, siempre di puesto

apro–

vecharse de toda ocasion de elevar e. La guerra ivil abría un asto

campo

á

la energía

y

e peranzas de e tos hombres,

y

como no por eso

or1~ecia

desde

11

principio el a pecto de una cla ificacion repugnante '

esclnsiva no faltaron tampoco individuos de toda las gerarqulas de la

nobleza que se pusieron al frente del partido popular. in embargo la.

nobleza por una parte

y

la la e media

l pueblo por la otra, se fu eron

agrupando, unos en rededor d l trono, otros en rededor del parlamento :

intoma inequi\'oco revelaban a un grao movimiento so ial en el seno

de una gran lucba política,

y

dflj aban adivinar Ja efer ecen ia de una

democracia ascendente que se abría paso al lravé de una ari to r:icia

debilitada desunida.