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SOBl\E L l\EVOL ºCION DE INGLATEltnA.

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sentar al rey contra antiguos abu os, como i ya no hubiesen sido reme-·

-diado se estableció rotundamente la cue Lion de mayorfa entre los do

partidos. El debate llegó

á

adquirir tal violencia que faltó poco para que

en el mismo salon del ongre o los diputado vinieran á las manos. Once

votos dieron la \Íctoria al

pa1~tido

de la revolucion. A lo cincuenta dia

despues el rey salió como fugitivo de su palacio de Whiteball en uyo 1·e–

cinto no debía ya volver á entrar sino para subir al cadalso. La cámara

baja decretó perentoriamente que se atendiera sin retardo

á

la salva–

cion del reino amenazado poniéndolo en estado de defensa. Aquí conclu–

yó la lucha parlamentaria principió Ja guerra civil.

En aquel solemne momento manifestáronse indistintamente tri tes y

siniestros presentimientos en uno

otro partido, particularmente n el

del rey,:que confiaba menos en sus fuerza , y tal vez ba ta en su propia

causa.

Mas no puede sin embargo qecirse que todo eian

la~

cosa baj0 un

mismo aspecto. La pasion y Ja esperanza del triunlo dominaban gené–

ralrnente en los ánimos. El espíritu de resistencia

á

la ilegalidad y

á

la

opresion ha sido una de las disposiciones mas nobles y tal vezmas salu–

dables del pueblo ingles en todo el cursode su hi toria. Dó0il

y

basta

fa–

vorable

á

la autoridad cuando esta no se estralimita de la ley, sabe

aquel pueblo mantener varonilmente, y á despecho de ella, su propio

derechos

y

lo que está en su concepto acorde con la ley del pals. no

y

otro parlido se hallaban dominados de este sentimiento aun en medio de

sus discordias. El partido revolucionario luchaba contra las desigualda–

des y las opresiones que la nacion babia sufrido en los tiempos

pas~do

por parle del rey, cuyo poder temia para lo sucesivo. El partido moqár–

quico luphaba contra las desigualdades

y

las opresiones de que en aque- .

lla actualidad el parlamento era responsable ante el país. El respeto del

derecho

y

de la ley, si bien desconocido

y

violado

á

cada paso, existía

constantemente en el fondo de los corazones

y

no dejaba fijar la vista en

las calamidades que la guerra civil les preparaba.

Tampoco discrepaban mucho en ninguno de lo · partidos las costum–

bres de las que exige el carácter de la guerra ci

il.

Los denominados

caballeros

eran impetuosos

é

inflexibles,

y

de ellos así podía decirse

que todavía conservaban las costumbres de los combates,

y

aquella afi–

ciou de recurrir en todo caso

á

la fuerza, como solía hacerse en tiempos

del feudalismo. Los

purüanos

se distinguían por su tenacidad y rudeza

y

al parecer estaban animado( de las

pasion~s

y

recuerdos del pueblo

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