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capellanes ; dos
ministr~s
pre biterianos celebraban solemnemente
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culto en Holmby,
á
pe ar de que Cárlos rehu aba asistir á us ceremo–
nia ; habían alejado de su persona á u mas lnti.mos domésticos con
objeto de reprimir toda.tentativa de corre pondencia con su mujer, sus
hijos ó su amigos; apenas pudo obtener permiso de conver ar con él
uno le Jo comisionados del parlamento de E cocía : en fin , á pesar de
que habia dirigido hacia quince dias á las cámara una re puesta deta–
llada
á
las propo iciones que habia recibido en Newcastle, aun no se ha–
bía tomado en consideracion. Difícil pues parecía una alianza despues de
tan importunos rigores. Era sin embargo urgente la necesidad,
y
si bien
el rey podia quejar e de los presbiterianos, "sabia sin embargo que estos
no de eaban su ruina. En Bolmby se le rendían los honores acostumbra–
dos
á
la majestad : su morada era magnifica, y el ceremonial de Ja éórte
e guardaba estrictament ; lo comisionados presbiterianos no le falta–
ban en nada al respeto, y vivian con él en armonía; ora les invitaba l
rey
á
acompañarle á pa eo, ora jugaba con ellos al ajedrez, y nunca
desdeñaba su conver aoion.
~
eguramente no podia desconocer que lo enemigo de las cámaras
lo eran tambien suyos, ni le era por Jo tanto posible desechar el único
medio de salvacion que le quedaba. Lo lores votaron que se invitase
á .
f.
á
venir
á
residir mas cerca de Lóndres en su castillo de
Oatlands; los diputados del pueblo no se mezclaron en ese asunto , pero
dejaron entrever los mismos de eos; se activó secretamente Ja corres–
pondencia con los omi ionados que guardaban al rey , sobre todo con
Greaves, comandante de Ja guarnicion. Hablábase ya n Westmin ter
y
en Ja ciudad de que el rey se uniría pronto al parlamento, cuando de
repente llegó el 14 de junio la noticia de que la vl pera había sido arre–
batado de Holmby por un destacamento de 700 hombres, y que el ejér–
cito lo tenia en su poder.
En efecto el 2 de junio habia alido con los comisionados basta do
millas de Holrriby, ct-tando repararon esto
á
un desconocido que llevaba
l uniforme del regimiento de guardias de Fairfax. El coronel Greave
le preguntó quien era, de donde venia, y que se hacia en el ejército,
á
lo que contestó con cierta arrogancia el de conocido. Pronto se oyó la
voz de que se dirigia sobre Holmby un cuerpo numeroso de caballería :
ct¿ Habei oído hablar d esto? dijo Greave al desconocido.-Algo ma ;
lo i ayer junto
á
este itio.»
larmada la comitiva se olvió
á
Holmb ; e tomaron di po
i
io-