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HI TORI
'lo
pueblos. Ya no venia e La e po icion firmada por alguno
ino en nombre de lo oficiales
y
soldado ; ' ya no se diriO'ia
mara , ino á Fairfax, intérprete natural del ej rcito
y
defen or de u
derechos. Lefase el proyecto al frente de lo regimiento , se amenaza–
ba á los oficiales que rehu aban firmarlo.
Al primer rumor de tales intencione , mandaron las cámara á Fair-
• fax que procurase enfrenarlas, declarando que cualquiera que persi tie e
seria considerado como enemigo del Estado y perturbador del repo opú–
blico, y exigiendo además que algunos oficiale vinie en á dar e plica–
ciones.
Fairfax re pondió que obedeceria : Hammond , Pride, Lilbnrne
y
ri–
mes pa aron á Westmin ter, negaron altamente lo hecho de que
eran acu ados : ((Es fal o, dijo Pride, que el pro ecto de ¡reti ion se ha–
ya leido á la cabeza del reg·imiento.
>>
olo en efecto se habia leido
á
la
cabeza de cada compañfa ; pero no e in i tió ma , ontentándo e con
que fue e abandonado
y
aun negado el pro ecto.
Volvió e á los preparativo del licenciamiento; era cosa larga
á
par
que in uficiente el empréstito abierto en la Cité, para uplir á él se e.-
tableció un subsidio de 60,000 libras e terlinas mensuale . e activó la
formacion de los cuerpos destinado
á
Irlanda; se prometieron grande
ventaja á lo que entrasen en ellos; se nombró para mandarlo
á
kip–
pon y á Ma ey;
y
pasaron al ejército para anunciar e tas re olucione
cinco comi ionados pertenecientes todo al partido pre.biteriano.
El mi mo dia de u llegada tuvieron on ello una confer n ia do -
cientos oficiales reunidos en casa de Fairfax :
et¿
ui n no mandará o
Irlanda? preguntó Lamberto.-Están nombrados los ma rore generale.
kippon y Ma sey.-El ejército, observó Hammond) s guirá gu to o al
ma or general kippon, pue conoce el mérito de e te gran oldado ;
pero junto á él necesitamos ver tambien á otros oficiale generale que
tenemos probados.- i, e clamaron todo ; engan Fairfax
y
rom' ell ,
y
nadie dejará de seguirlos.>> Atónito lo comisionados, alieron de la
sala, invitando
á
los ofi iale de reuta intencion que pa a en
á
su domici–
lio. nos doce ó quince corre pondieron apena
á
e ta invitacion.
Algunos día despues, ciento cuarenta uno oficiale , dirigieron
á
la
cámaras una justificacion olemne de u conducta: «Por er soldado ,
decían, no hemos dejado de er ciudadano ; aun mas, d fendiendo
la
libertade de nuestro pai , no e po ible que solo no otro seamo lo e -
clavos ;
á
pesar de e o, on desechada
y
prohibidas nue tras peticione ,