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DE LA RE OL CIO DE 1 GLATERRA.
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mientras se reciben
y
se provocan las que de diferentes condados están
llegando contra no otro . e no trata de enemigos del Estado : pero
no otros esperamo que será de mentida e ta acusacion , y que antes de
licenciarnos se nos concederán para nuestra seguridad personal y para
nue tro atrasos las garanlias que necesitamos.»
No bien babia concluido la lectura de e ta carta cuando se le antú
Skippon presentó otra que el dia ante le habían entregado tres simple
oldados : ocho regimientos de caballería se negaban espresamente á ser–
vir
en Irlanda: «Lazo infame, decían, y puro pretesto para separará los
soldados de los oficiales á quiene aman , y para encubrir la ambicion de
algunos hombres que no reparan en con tituirse tiranos.
i>
A este ataque
personal sorprendidos á la vez
é
irritados los jefe presbiteriano , pidie-·
ron que la cámara hicie e comparecer é interrogaRe á lo tres soldado .
Pre~entáronse
con entereza : ((¿ Dónde se ha deliberado e ta esposicion?
les preguntó el presidente.-En reunion de regimiento .-¿Quién la ha
redactado?- n con ejode agentes nombrados por cada regimiento.-¿La
han aprobado vue tros oficiales?- Iuy poco e tán enterado de ello. –
¿ abéis qne solo los reali tas pueden haber provocado tal paso?
¿
Voso–
ti·os mi mo , brtbei pertenecído tal vez
á
ese partido ?-Entramos
á
ser–
vir al parlamento antes de la batalla de Edge-Hill, desde entonces nun-
a lo hemos abandonado.» no de lo tres e adelantó diciendo: «Recibí
cierto día cinco heridas y cal; lo vió el mayor general kippon, se acer-
ó
y
medió cinco chelines para procurarme alguno socorros : el mayor
general podrá decir si miento.-E verdad, dijo kippon mirando con
interé al soldado ; pero ¿qué significa esta frase en que hablais de la ti–
ranía?-No omos mas que lo agentes de nuestro regimiento ; si la
cámara nos da sus preguntas por escrito, la presentaremos,
y
volveremos
despues con la respuesta.
i>
E talló en Ja cámara un violento tumulto, y !,os presbiterianos e des–
hacían en amenazas. Cromwell se inclinó hácia Ludlow que estaba sen–
tado
á
u lado : «E o hombres, le dijo, no tendrán sosiego hasta que
1ejército les dé el portante.
i>
En breve degeneró Ja cólera en viva inquietud: e acababan de ha-
er de cubrimientos bien tri tes : ya no se trataba de reprimir trqpas
descontentas; el ej rcito n masa, se mancomunaba, y se erigía en poder
independiente y rival lal vez de su propio gobierno. Dos consejo , com–
pue to uno de oficiales, otro de agente nombrados por los soldados, Jo
oordinaban todo
y
e apre ·uraban á negociar en su nombre. Todo esta-
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