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La Guerra de Qu:ito.
CAP. XL.-De
cómo
el visorey nombró
ca–
pitanes
y
se hiz.o junta de gente.
B
IEN
conozco que me detuve en el capítulo pasado,
mas no pude ménos, por la materia que llevaba; no
me quieran roer los que causados de emulacion, en
viendo quel autor es largo en los capítulos
6
prolijo
en recontar los acaescimientos, arronjan el libro
~por
los bancos, tratando no bien del escritor. Y _para esto
diré yo lo que dice el glorioso doctor señor Sant
J
eró- ·
nimo en su tratado de la instruicion de las
.;ír
genes:
" refrena
tu
lengua de mal hablar
y
pon
á
tu boca ley
y
freno de razon,
y
si entónces hobieres de hablar
cuando es pecado callar, guárdate no digas cosa que
pueda venir enreprehinsion. "
(a)
Dejando de más tratar
sobre esto, prosigamos el curso de nuestra historia.
(a)
San Jerónimo no escribió tratado nh1guno especial acerca
d~
la
instruccion de las vírgenes. Trata, sí, de ella en sus epístolas
f!-d Eusto–
chium, de custodia ruirgi11.itatis,· ad Lcetam, de institutione filice,· ad Deme–
triadem, de ruirginitate serruanda;y ad Gaudentium, de Pachatulce infantulce
educatione;
y
dice en la tercera:
11
Ante annos circiter triginta; de ruirginitate
serruanda edidi librum, in guo necesse f uit mihi ire contra ruitia; et propter
instructionem v:irginis,
quam monebam, diaboli insidias patefare.
11
Pero ni
en ese libro (que es la epístola
ad Eustochium)
ni en las demás epístolas
consta el pasaje transcrito
y
traducido por Cieza. La sentencia es de una