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Capítulo XLI.

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quél se determinase. Gonzalo Pizarro le tornó á escre–

bir;-y

el

Puélles trataba mal de las cosas del visorey.

Gonzalo Pizarro, en este tiempo, con sus banderas

desplegadas, daba á entender la guerra, aderezando ar–

mas, haciendo picas, polvora, arcabuces; muy alegre,

teniéndose ya por señor de la tierra, decia, que Dios le

encaminaba (

I

7),

pu~s

sus herman os no hicieron ser–

vicios para que, aún

nq

siendo muerto, S. M. proveyera

en otro

el'

gobierno; y que siendo él vivo, no habia nin–

guno que mejor lo mereciese que él. Y llegó cantidad

de trescientos cincuenta españoles de guerra, de pie y

de caballo, vecinps y soldados,

y

ansí daba muy gran

priesa para salir del Cuzco.

Francisco de Ampuero

y

el secretario Pero López,

con los que más de Goamanga salieron con las provi–

siones de visorey, anduvieron hasta llegar á la puente '

de Vílcas, á donde no hallaron á nadie;

y

de allí andu–

vieron su camino adelante, teniendo nueva cómo Fran–

cisco de Almendras estaba no muy léjos de allí;

y

an–

dando hasta los Lucumáes, habiendo pasado una puente

pequeña, salió el capitan Francisco de Almendras con

los que consigo tenia, y preguntó con muy gran so–

berbia, que quién traia las provisiones? Y fuéle dicho

que Pero López;

y

él le llamó con voluntad de lema–

tar, y le metió pór unas quebradas ásperas.- No pu–

dieron ponenerse en resistencia, porque Almendras te–

nia más de treinta hombres con arcabuces.- Y como se

vido con Pero

~ópez,

le dijo, que por qué habia tenido

.atrevimiento y movídose tan facilmente á venir un ca–

mino tan dificultoso como aquél? Pero López le res-