La Guerra de Quito.
pondió quel visorey le habia mandado venir con aque–
llos despachos, y que por ninguna manera se pudo
excusar para no traellos; y diciendo otras palabras so–
bre este caso. Almendras, mirando que en el tiempo
pasado Pero López le habia hecho alguna buena obra,
determinp de por entónces no le matar, ni hizo más
que preguntar por los papeles; y quitándoselos del seno,
no sin gran dolor, se subieron ámbos despues de ha–
ber tenido algunas práticas; y llamando á Francisco
de Ampuero, le dijo, que mucho se maravillaba de él ve–
nir- con aquellas cosas, pues sabia que no le acarreaba
ningun bien á Gonzalo Pizarra; y que sino mirara al
amor quel mismo Pizarra le tenia, que luég0 allí le ma–
tara; y preguntóle por lo que pasaba en Los Reyes.
CAP. XLII.-De lo que más pasó entre Fran–
cisco ele Almendras
y
los que llevaban las pro–
visiones reales.
P
ASADAS
las cosas que hemos contado en el capítulo
precedente,
el
capitan Francisco de Almen'dras y
todos los que allí estaban, se volvieron una jorna9.a.
más hácia Guarnanga, pensando Almendras en sí
mismo que no convenia dejar con la vida
á
Pero Ló–
pez, porque no pudiese dar testimono de lo que habia
pasado; é por otra par te, mandallo matar él propio,,