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"Capítulo

XLII.

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39

parescíale gran crueldad; y al fin, acordó de decirle que

se fuese él y Ximon de Alzate solos, y que no volviese

Ampuero,

y

que desta manera los bárbaros Andaguáy-

. las y otros, viéndolos solos, los matarian.

Y

áun les

mandó que luégo partiesen de allí, con tanto que Am–

pYero se quedase hasta que Go.nzalo Pizarro viniese.

Pero López, que bien entendió la intencion de Almen–

dras, le dijo que tenia. el caballo fatigado y tan cansa–

do, que rÍo se atrevía á ir en él; que los dejase reposar

.dos

6

tres dias, y que luégo darian. la vuelta. Francisco

de Ampuero, haciéndolo virtuosamente, dijo, que no

irian Pero López ni Alzate sin él, ni tampoco quedariá si

no era por fuerza, por que seria mal contado. Almen–

dras, con grande ira, dijo, que no creia-en Dios, si allí

dormian, si no los mataba; y con esto fué á su tienda.

Ampuero, viendo

el

gran peligro en que Pero López

estaba, fué

á

donde estaba · Almendras, y hablándole

amorosamente, le rogaba que lo dejase volver; y él esta–

ba muy enojado y amenazaba con sus palabras á Pero

López; que, ciertamente, no se puede negar sino que

fué notable el servicio que en esta jornada hizo, porque

su vida estuvo en gran riesgo.

Y

al fin, aquella noche,

temiendo no le matasen, la pasó sin domir sueño al–

guno, diciendo

á

Alzate y á los que con él estaban,

que hiciesen lo mismo.

.

Pues como Ampuero tuviese tanta amistad con los

Pizarros, venida la mañana, hobo de acabar con Al–

mendras que les diese

á

todos licencia para se volver;

y

al fin se acabó con él, y muy alegres, alabando á Dios

que les habia librado de las manos de Almendras, se