La Guerra de Quito.
manga con
el
artillería, anduvo hasta ponerla en Aban–
cay, desde donde fué á verá Pizarro;-y como digo, le
mandó volver á mirar por ella y á que saliese
á
quitar
las provisiones á quien las traia, y para que en tendiese
el obispo con qué voluntad venia para sus cosas. Y
ansí, salió Almendras y anduvo hasta donde Gonzalo
Pizarro le mandó que con algunos arcabuceros estu–
viese en guarda de la artillería y á se enc,ontrar con
los que venian con las provisiones, porque no entrasen
con ellas en el Cuzco, porque seria alborotar los áni–
mos de aquellos que tanta voluntad mostraban
á
le
segmr.
Pasado esto, Gonzalo Pizarra envió sus cartas á
Pedro de Puélles, que era corregidor en Goánuco y
habia venido á Los Reyes
y
recibido del visorey toda
la honra y buen tratamiento y confirmado en el cargo
que se tenia desde el tiempo de Vaca de Castro. Envió
Pizarra las cartas con un Vicente Pablo, deligente an–
dador. Por ellas le enviaba á rogar se viniese á juntar
con él con los más que pudiese, porque la cibdad del
Cuzco le había elegido por procurador y justicia ma–
yor, y queria ir
á
la cibdad de Los Reyes á suplicar de
las ordenanzas. Pedro de Puélles, visto
el
mensajero,
respondió con el mismo que trujo las cartas á Gonzalo
Pizarra: quél siempre tuvo en mucho las cosas 'de los
Pizarras, por lo quél, no embargante quel visorey le
habia mandado que fuese corregidor de la cibdad de
Goánuco, hacia lo que le rogaba; más que le tornase
á
escrebir cómo y de qué manera los del Cuzco le habian_
recibido por Justicia
y
nombrado por procurador, para -