Table of Contents Table of Contents
Previous Page  255 / 556 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 255 / 556 Next Page
Page Background

Capítulo XXXIX.

der sus haciendas se ponian en armas; mas pues que ya

les constaba S. M. del Emperador nuestro señor ser de

lo que en ..(l.quel caso hicieron servido, que sin temor se

ponian en arffi:as, y áun mostraban voluntad de ven1r

contra ellos, como si por '-;entura no fueran enviados

pór él; y que la pena quél sentia de aquello por la

mucha que ellos merescjan, que seria de parescer que

entendiesen en que, ellos quedandp castigados, los

bullicios _hobiesen fin; y que no pensasen quél no sa–

bia lo que aquella gente

queí-ian~

y que

~os

que

vivie~en,

verian cómo pendia de otro deseo la salida de Pizarra

que no solamente ser procurador de las nuevas leyes;

y que aunque ellas se suspendiesen, cieia no serian

parte para apagar fuego tan cruel; aunque tambien no

inoraba que si no las suspendian, despues serian acha–

que con

el

cual pudiesen dar color á su traicion, y que

le parescia las debian suspender; sin lo cual, tambien

seria necesario comenzar á

drezar~e

y sacar los dineros

que estaban en el navío, para con ellos y con · los que

más·pudiesen haber é S. M. tüviese en su real caja,

hacer gente de guerra, pGrque despues anduviesen los

traidores buscando movimientos? que, al fin al fin, todo

lo que se ga;tase, ellos con sus personas y haciendas

lo habian de pagar.

Suspensos estaban los oidores oyendo al visorey,

cuando esto hablaba; los ojos en el suelo, con su silen- .

cio mostraban gran pesar por las cosas que se levanta–

ban, aunque no todos tres tenian un pensamiento ni

deseaban los negocios como sus oficios requerian. El

pesar que ellos mostq.ban, segun dicen, era pensar