Capítulo XXXVII.
123
de los que habian sido n que Gonzalo Pizarro tomase
aquella empresa y fuese con mano armada contra el vi–
sorey, les pesaba ya dello, y decian :-¿Quién fué el que
nos engañó á querer oponernos contra el Rey? ¿Qué
suplicacion podemos hacer con arcabuces y tiros grue–
sos? Demás desto vemos á Pizarro inclinado á querer
mandar. Otros decian:-Hayámonos cu rdamente '
acudamos á nuestro ey ántes que la cosa pase adelant .
De manera, que con un
el '
rigo llamado
(a)
d Loaysa,
acuerdan Diego Centeno, Gaspar Rodríguez de Cam–
poredondo y el maes de campo Alonso de Toro, Die–
go Maldonado el Rico, P dro de los Rios y otros al–
gunos de escribir al visorey, para que les inviase perdon
de lo que habian inventado, sin les dar pena ninguna
por ello, afirmando quellos con sus personas, armas,
caballos le acudirian y sirvirian lealmente. Y para que
Loaysa pudiese ir debajo de disimulacion, sin que le
impidiesen Ja ida, platicaron con Gonzalo Pizarro so–
bre que seria cosa decente de que Loaysa el clérigo
fuese
á
la cibdad de Los Reyes por espía
y
supiese lo
.que pasaba y volviese á le avisar con toda presteza.
Gonzalo Pizarro, creyendo que le d cían verdad, vino
en ello y dió licencia al padre Loaysa para lo que de–
cimos. Y ansí, llevando cartas de muchas personas,
partió del Cuzco para Los Reyes (
1
5).-Eneste tiempo,
el dbispo qon Jerónimo de Loaysa venia camino hácia
el
Cuzco, y lo mismo los que llevaban las provisiones,
como iremos relatando.
(a) Bartolomé
(ta
h.).
Es Baltasar.