I
2.6
La Guerra de Quito.
de aqueila cibdad, las cuales dicen que no las quiso
enviar al visorey.-Esto hecho, el obispo salió de Goa–
manga la vuelta del Cuzco.
CAP. XXXIX.-Cómo el visorey trató con los
oidores que se sacasen los dineros q'?le estaban
en la nave para inviar
á
España; y de cómo se
revocaron las nuevas leyes
.
M
uy
congojado se mostraba estar
el
visorey por ver
las grandes desvergüenzas de la gente del
r~yno,
pues tenian atrevimiento á se mover contra el mando
real. Muchos pensamientos le venian, unas veces dél
mismo ir al Cuzco á la ligera, otras de hacer .gente de .
guerra; al fin, mandando llamar á los oidores, que ya
hemos dicho s€r el licenciado Cepeda
y
el doctor T ejada
y el licenciado Alvarez y el licenciado Zárate, el cual
no habia llegado ni vino en muchos días aclelante; y
en~rando
con ellos en acuerdo, les dijo: que tan noto–
rio era á ellos como á él la voluntad de S. M. ser que
las ordenanzas se cumpliesen
y
se mandasen en todos
aquellos reynos guardar; y si él de suyo se moviera
á
algunos mudamientos
6
en mandar cosa otra de lo que
su príncipe le mandó, que ciertamente tuviera á los del
Perú por hombres sabios
y
avisados, pues por defen-