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5
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·
-
L~bro
primero
tambien la parte inferior de ella rer tenia en sus manos mi ene–
que
~omunmente
sll:ele ser
in·
migo ,
y
de mí habia hecho ca–
cent1vo
y
despertador , del mal. dena contra mí, con la qual me
. Mas aunque esto en su manera
tenia preso. Porque de mi per–
sea verdad
(y
sea esta una gran·
.versa voluntad nació mi mal de#
_de gloria de la redencioa de seo,
y
del mal deseo el vicio,
y
Christo, que como perfectísimo de la contiouacion del vicio la
Re~eotor
,
perfectísimam¿nte· costumbre:
y
esta
era
la cade–
!JO,s
rt;.~:Hmió
y
lfüató)
no -por na con que el demonio . tenia
eso
debe
nadie
descuidarse ,
ni preso
mi corazon. Pues
quando
fiarse de su carne (por muy
un hombre se vió algun
ti~mpo
mortificada que, e sté) mientras de esta manera preso (como se
vive en esta vida
mortal.
vió este mesmo Santo)
y
pro
E stas
pu(S son las causas prin· bando muchas veces
á
salir de·
· cipales de esta maravillosa
li-
este captiverio, halló tan difi–
bertad : de la qual (entre otros
cultosa
la salida ( como él mes–
éfectos )
se sigue un nuevo co .. mo la halló) quando des pues de
_noc.imiento de .Dfos,
y
una con-
vuelto
á
Dios ve quebradas estas
finnacion de la Fé
y
Rcligíoo cadenas
y
mortificadas estas pa–
que profesamos : como clara· siones
,_y
se halla libre,
y
Señor
m~·nte
·lo testifica el mesmo
Se·
de sus apetitos ,
y
ve
puesto de·
ñor por Ezechiel , diciendo (a): baxo de sus pies el
yugo
que te·
Conocerán los ombre," que
soy
n.iasobre sus. homb.ros,
t
qué
Dios, quando quebrare las cade·
ha de hacer, srno conjeturar por
nas del yugo de
ellos,
y
los
li~
agui que es
Dios e!
~ue
quebró
brare de las
manos
de
los que Jos
e s1as
cadenas,
y
quito
aqud
yu–temen tirani
zados'. Este
yugo ya
go tan pesado
d~
su
ct'rv í z~
z.q.uédrximos qne
e.rala sensu,didad ha de hacer,
s~n~
al ab·-ir
á
01osó
apetito de
sordenado de pecar, con el Pro!eta
d1~1endo
(e):
Que:
que
dentro de nuestra carne mo-
bras~e,
Senor
~is
.ataduras:
á
ti
ia,
y
nos
oprime
y
sujeta al pe-
sacrificaré sacnfic10 de alaban–
cado. Las cadenas de este yugo za,
é
invocaré tu santo
nombre1
son
las malas inclinaciones, con
que el
demonio nos
prende
y
lle-
va t ras sí : las quales son taato
mas fuertes, quanto
m~s
confir·
madas
están con
la
mala
costum-
bre : como San Augmtin lo
con-
fiesa de sí mesmo; diciendo (b):
· Preso estaba
yo
no con hierro,
sino con mí propia voluntad, que
· era mas dura que hierro. Mi que·
(a)
Ezech.
34,
(b)
Lib.
8.
C~nf.
c.
5.
(e)
P
¡.
x
1¡.
CA-