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sídienrlo abusos, autorizandolos. Mas en otro lngar
di~e:
"Es–
toy firmemente persuadido como Leibniz, que Dios ha pre–
servado hasta ahora los concilios verdaderamente ecumenicos
de todo error cóntrario
á
la sana doctrina)). [
.1
Co1nparense
las ideas.
¡Nada mas contradictorio! El conde escribia un
acapite, y olvidaba lo que babia escrito en el anterior.
S10TJEN sus detestables errores: "Los emperadores griegos,
cuyo frenesí teológico es uno de los mayores escándalos de
la
historia, se hallaban siempre dispuestos á convocar conci–
lios.
y
cuando absolutamente lo querian, era preciso consen–
tir en ello; pnrque
á
un
soberano, que se obstina en que–
rer una cosa, la Iglesia no debe reusarla, cuando solo pueden
resultar algunns inconvenientes'¡.
Saquemos las consecuencias
de esas palabras.
LUEGO
haber querido los emperadores instruirse en la ver·
dad de los dogmas cristianos, recientemente abolido el jentilis–
mn, fué un frenesí teológico: !llego los concilios jenerales no
se convocaron
y
reunieron sino por condescender · con Jos em–
peradores: luego en los concilios bub,o inconvenientes de que
fué preciso desentenderse con prudencia. Si pudiera en los
infierno!: haber
al~un
rato de descanso
y
de consuelo, lo ten–
drían Arrío, Nestorio, Eutiqpes
y
la
caterva de heresiarcas
condenados i::n
los concilios, eon la noticia de ese libro peli–
groso.
iAnt s de e c ibirlo, se había leido la historia de los
concilios?
J
o sin duda. Euto ces se
hubiera sabido , que
si el Espíritu Santo asi¡;¡tió á ellos , el Espíritu Santo movió
tamhiPn las voluntades para que lejitimamente se reuniesen.
CoNII'INUA
la copia: "Así, pues, cuando Bosuet pregunta
con aquel tono de superio1·idad [que sin duda puede disimu–
larsele mas, que á cualquier otro hombre] iª qué tantos con–
cilios, si la decisinn de los Papas vai.:taba
á
la Iglesia? El carr
d enal Orsi le responde mui oportunamente. No me lo pregun–
teis
a
mí, ni tampoco
á
los Papas Damaso, Celestino, Aga·
thon, Adriano
y
Leon, que han condenado todas las herejías
desde Arrio hasta Eutiques
con el consentimiento de la Iglesia
ó
de una inmensa mayoria,
y
que nunca imajinaron, que fue–
sen necesarios los concilios . ecumenicos para cunden
arla~;
pre·
guntadst:lo mas bien
á
los emperadores griegns, que quisieron
absolutamente que hubiese concilios, que los han convocado,
y
hacr exijido para ello el consentimiento)). Resultadó: inutilidad
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Cap.
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