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68

Su~ng~io

.

y

otros, que ni

estu~ieron

conforme!f con la

silla

Apo8'

toiica,

ni

.lo fuervn enttq. si mismos. Esta es pal·a ·mi una

delnostramon, de la

neoes~flad

de ese cehtro comun del qu11

parten los rayos

á.

las circunferenciá .del cristianismo.

lnutÍ·

les

S1~n

1

•s ca¡:>itulos que MaisLre ocupa para probar con lar.

gas citas la pr1mao\a del Papa. Ni Gerson, ni B"suet, ni Jos

sábios de Portorreal jamás la negaron. El <lis.curso ea:a ·bucno

para argumentar co.n pr• >te.tantes, no con católicos. Lo que

se trata de examinar, es, la extension de esa primacía

y

suá

limites. Asentado este dat•1, oi,!?:anse mis argumentos.

EN .

la relijion cristiana catolica

110

se ha cle procurar Jo

bueno stno lo mejor; no se ha de omitir cuanto coud.uzca á es.

te fin, Es necesario lo que es util,.. porque esto util condu–

ce

a

la perfecoion. N, S.

J.

C. quiso, que fuesemos santos-,

como él Jo era, es decir, que fuésenws muy santos. [.

J

En

ver~

dad, que en Jos trescientos primeros años no hubo concilios

jenerales sino. damos ese n mbre

a

lns celebrados en J eru.•

salen, donJe se congregaba la

lgle ia naciente.

CoMo no es mi

i11tento ent1'ar en cuestiones inutiles, no

formaré una larga discusion, pa ·a pr()bar, que la junta de Jeru.

salen fué un ve.r ad r

concilio jeneral. 1\fosheim presume que

es un abuso de la palabra:

~

,] no po ia ser concilio, dice,

cuando no

JHS

·an todas las nat:iones. Err0r clásico: alli es-.

tabaQ

oon~re

ados lo

obisiros d.estrna os a evanjelizar en el

mundo e itero.

¿Pero qué atili ad resalta de esta investiga–

cion?

¿Es

p

eso, aumentada

ó

di~minuida

la autoridad del

primer

oredo?

No se pierda eQ disputas el ti mpo aplicable

a

objetos mas dignos-Consintamos. que se comienze

á

nume–

rar por el de Nicea.

Pero se s-han de advertir dos cosa : que

habian muchos concilios prov inciales y que eran continuas las

consultas entre sí, de los obispos, clero

y

pueblo.

.

Pvno la Igle ia sostenerse sin cnnc:Jios hasta el fin del

mundo, como se sostubo en los primeros siglos. Esta pala–

bra,

purlo,

es muy vaga é imµropia en materia tan grave. Es

de

que la lgle ia de Cristo permanecerá ha ta aquel mo–

mento en que el fuego consuma

las

existencias

de

este mise.

J·able plan(; ta; pero tambien

lo es, yue para Psa permane11cia,

señaló,

y

fué de su agrado señalar, Ja reuoion de concilios je.

nerales, en que asiste el E spíritu Santo y por medio de los

[.]

Levit.

r .

11

v.

44

Apuc.

22

v.

11

Mat.

5

v.

4R

[.]

l'.

2

sigl.

l.