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otro. A esto se reduciria todl) su poder;

y

si se

p~rmítia

ha..

cer otras leyes, )uegll que el Rey subiese al trono, tendria de–

recho de anularlas: porque estas voces de anarquia

y

ley se ·

ei;cluyen reciprocamente".

El primer caso es el de concilio

de Constanza. En cuanto al segundo reflexionemos ¡se lla–

maran actos de anarquía, losde un cuerpo reunido para ex•

tinguir la anarquía? No es un princjpio jeneralmente admiti•

tido, que al que se le dá una autoridad, se le dá el ppder

11ecesario, para todo lll que es cnnexll con ella y convenien•

te al mismo fin?

Luego los concilios pudieron dictar leyes para

impedir en lo succe-ivo los ci -mas. No pudieron dictar leyes

luego las dictadas en los concilios jenerales, sin la asistencia

dc>I

Papa

ó

contra e l voto del Papa son nulas: proposiciones

en e tr mo escandalosas.

V

ANOS

fueron los esfuerzos de E11j ·nio IV para opllner–

se

á

esa superioridad. Las dos cartas del presidente J ulia-

, 110,

que copia Eneas -Silvio son un ejemplo de la virtud de

la fortaleza. La respuesta sinodal de los padres

á

los legados del

Pontífice, se ápoya en el concepto de las antiguas lumbreras del

cristiani mo: las palabras de S. Ag1,1. qm" o c;reeria al evan·

j elio,

i no st u 1 e

'

t

nirl<) por la

a11 ondad de la Iglesia.

·

QuE

los cQoc· i'

j

nerale~

t no-a n

Ja

a t•

r~dad

de la Igle–

sia, es un punt11

decl

1

ado en el

,j,

C

in

tanza, consentido

y

no reclamado.

sto con ta de una carta de MarLina V. Los

concilios no puec en c a r

n ér.rnr

n materias de fe; los Pa...

pas si, siendo el ejemplo Am1sta.,io y Líberio, por mas que con

sutilezas. se les quiera drfende r.

iQuien entra

á

t1 atal' esta!J

m aterias sin estudiar

á

Mekh

ir

Cano? Alli se hallan las con.

t

stacioe°'3

u

los que ruda

y

cap1 ichosamenLe quisieron so te–

Jler, que no hubo Papas herejes. A lriano 6. o deoia: "Con–

fesad francamente que Di..s permitió

esta persecusion fha–

blando del luteranismt1] contra su Igl esia,

á

causa de los pe–

cados de los hombres,

y

e pecialmente de los sacerdotes

y

prelados-Sabemos, que en esta SS. hace algunos añps ocur•

rieron muchísimas cosas execrables, excesos, abusos en llls ne.

gocios espirituales,

y

que todo se pervirtió en ella; no es ex.

ll'año, que el mal haya descendido de la cabez-a á

los rniem.

bros, de los Sumos Pontífices

a

los inferiores-Siendo cate–

dratico

imprimió

su

libro

sobre

el

4.

e

de

las

senten~

cias. Allí que e l Papa puede errar que hubo herejes

y

entre

e llos Juan 22-Hizo reimprimir

e~ta

obra,

siendo Pontífice

()ertam est, <¡uod_ Pontifex pQssit"

erra1·e,

etiam in

his,

2ue

tan~