38
3.
0
· Es una consecuencia de lo dicho
y
probado, que
la confesion entre el pecador
y
Dios no es suficiente.· Ade–
lanto
y
· no me arriesgo en decir. que es una herejía. Ad–
miti ndo la opinion, queda destruida la potestad dada al sa–
cerdocio, por
J.
C.
y
tenida del Dios omnipotente. Son pro–
posiciones contradictorias-absolver el sacerdote con la auto·
riJ ad divina que goza:-no absolver sino solo Dios sin
m~ce
sidad del sacerdnte. Es tambien herejía, porque supóne, en
la Deidad un mndo de proceder contradictorio y menos con–
forme al objeto, que 'se proponia-Hemos demostrado hasta
Ja evidencia, que no podria· haber buena confesion, sin un mi–
nistro que enseñase, que absnlviese las dudas, que dirijiese. Los
inconvenientes. que se presentan á nuestra vista grosera, no
habían de ocultarse
á
la sabiduria infinita.
S:r: burla el protestante del perdon de los pecados con·
cedido por un hombre. Los fariseos se escandalizan de
J.
C.
cuando absolvió
á
la pecadora.
¿Quien es este que perdona
tambien los peca<los7 (.) No conocían á Dios, teniendo
á
Dios
delante. De la misma manera juzgaba yo tambien.
¡Cuan–
tas veces al tm:Jsenciar conversaciones su i¡ls
y
ruines, impro–
pias en los lábios de un sacerdote, dije en mi interior: ¡que tal
personaje, para absol er nuestras culpas!
p0r esa regla, po–
díamos igualmente du ar de
fa
consagracion.
El ministro bue–
no,
ó
malo
P. .~
ed
como delegado de Dios
y
con la potes•
tad, que de él ha recibido-Se )es co 1cedió el ministerio de
la reconciliacion.
No por eso, si falta el sacerdote, desesperará, el peca–
dor arrepentido, de la salud eterna. En este caso es la pe–
nitencia de deseo
tan valedera, comn la misma confesion.
No hay el relato al ministro, pero si el dolor, el propósito de
1a enmiendn,
y
el voto implicitQ,
ó
explicito de confesar sus
culpas, si desaparece el peligro,
y
se supera el
inconvenien–
te. Es como el bautismo de fuego, cuando suple el anhelo
justo y vivo, la falta de
la materia comun
y
forma del sa–
cramento.
4.
0
Brincando los enemigos de
la relijion católica de
un estremo
á
otro enteramente opuesto, ya dan por bastan–
te la confesion hecha
a
solo Dios, ya dicen, que la admiti–
d!\ por la Iglesia
y
de antigua tradiciones la
pú bli~a.
iQu_ién
con · unos conocimientos muy pequeños de la h1stona -ecle ias-
---------·-·-
(·)
S.
Juan
7 49.