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~

·¿Y la potestad judicial, como se ejercitará sin conócimie11.–

to?

¡Qué juez sentenció, siii tener prese,nte el proceso?

¿Qué'

,médico acertará con Ja curacion, si no

oy~

al

enf~rmo,

inda·

ga las circunstancias de· la dolencia, el tiempo, que se ha pa–

decido, los progresos que ha hecllo7 Apenas un rudo empí•

rico se atreverá

á

ministrar medicinas, sin que precedan es·

tos requisitos. Mas

nece~arios

son en las enfermedades mo·

rales. La pasion dominante, el interes, el sutil orguflo, ocul·

.tan a nuestra debil razon, cuando no la culpa,

á

lo ménos su

grandeza. Es menester un cirujano diestro, que quite la cos–

tra, introduzca la tienta,

y

rejistre lo interior clel corazon

y

de

Ja alma. Entonces aplicará utilmente los remedios, dará las

Iegla!' pa!'a recuperar la salud

y

mantenerla, se cumplirá el

.Concilio de Trento, ea la satisfaccion por la obra: (.) pena

jmpue$ta

y

proporcionada

á

la calidad del pecado.

EsTAS reflexiones son las mismas, q

1e

en edades muy pa•

sadas, hicieron aquellos jénios

1

que la Divinidad escojió para

fundamento de su Iglesia. Tengan muy presenres· Jos confe·

sores la doctrina de San Greg0rio de Nisa:

"No pronuncieis

Ja

misma sentencia en todos los pecad s: cada uno tenga la

suya. Formad '\luestr

juicio con prudeticia, distinguid

la pe·

queña ofensa de Ja grande. Como en la curacion de las en•

-fcrmedades corpwales el objeto del medico e uno,

á

saber, la

>"ecuperacion de la salud del paciente pero grandemente va•

ria en Ja ap icac10n de los remedj¡>s,

y

tratamiento mas con·

forme al desorden fisico, asi en las enferm Jades del alma, siendo

varios Jos afectos, han de ser varias las medicinas".

(f)

El

mismo Obispo le dice al penitente.

"Vé en el sacerdote un

padre; confíate tu tribulacion y aflicciones: descúbrele lo ín·

~im~

de tu conciencia, como las mas secretas llagas no se ocul·

tan

á

los fisicos".

Iguales son los conceptos de S. Juan Cri–

sostomo

(;) San

Jorónimo usa

de las mismas curnpara–

ciones,

pero con todo el fuego de su carácter. •·Si la ser·

piente, el diablo, mordió

a

un hombre

y

lo infecto con la pon·

zoña del pecado,

y

este hombre permanece s1lencioso, no ha·

ce penitencia, ni quiere manifestar la mordedura á su hermano

y

maestro; este .que tiene una lengua para curarlo, no esta

[.]

Cap.

14.

(,]

Ep. al Obispo de Mitilene; sobre la mujer sorp1:endida en

adulterio.

[;)

Hom.

20

in Genes.