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29

sug respetables huellas.

(, ,)

El sacrosanto, ecumenico

Con~

cilio de Trent11 , congregado

lejitimamcnte

en el Espíri...

tu Santo,

y

presidido por los .tres legados de la Silla Após–

tolica, proponiernlose siempre conservar en la Iglesia, la pu–

reza misma del evanjelio, despues de destruidas los errores, lo

que prometido antes por los Profetas en las 8agradas escri–

turas; primeramente promulgó por su propia boca de N. S.

J.

C. hijo de Dios, y mandó despues a sus Apóstoles lo pre·

dicasen

á

tt1das las jentes, como fuente de saludable verdad

y

de disciplina moral:

y

viendo, que esta ffi'Jral

y

disciplina se con•

tiene en los libros sagrndos

y

en las tradiciones no escritas,

y

que habiendolas recibido los Apóstoles, de la boca del mis·

mo

J.

C.,

ó

dictandolas el Espíritu Santo, se transfirieron co·

mo de mano, en mano, hasta llegar

a

nosotros; siguiendo el

ejemplo de los PP. OrtQdoxos, admite

y

venera Ct)n igual afee·

to de piedad y reverencia, todos los libros del antiguo y nue·

vo testarqento, por ser Dios autor de uno

y

otro,

y

tambie11

las

tr~diciones

pertenecientes, ya

a

la fé, ya

á

las cost11m–

bres, porque las dicto con su misma boca

J.

C., ó el Espí–

ritu Santo,

y

s

han conservaqo ppr una contínua succesion

e n la

Iglesi~

cat1)lrca".

PuEDE

decir

e;

CoriciJio de Trento una copia de lo que

enseño S ·1n Clemente Alejandrino. Hay otro canal por el que

la doctrina de

J

.

se

os ha comunicado: esfe es la tra–

dicion.

Se funda en el testi_monio de los Apóstoles

y

succe–

sores. Habiendo cada uno

~

ellos recibido esta semilla di–

vina, como un hijo de su padre, ha venido hasta nosotros. El

que se revela contra la tradicion de la Jglesia, para entregar–

se

a

las opiniones humanas, deja de ser fiel

á

Dios. (;;)

L .u

tradiciones con el tiempo se hicieron un derecho es–

crito, Ct)mo

lo fueron desde el principio los

libros sagrados.

Ya no hay tradiciones puramente verbales. Repetidas por PP.

y

DO. son inalterables y permanentes. Cinco fueron las prin–

cipales reconocidas por la Iglesia universal.

El símbolo de la

fé, los siete sacramentos, la jerarquía, la virjinidad perpetua

de Maria Santísima, la eucaristía. En todo esto no hubo al·

teracion sustancial.

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y

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