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pueblo: no puedo abandonarla. La ciudad es '9'Uestra.
Si
que·
reís · que Ja deje, echadme fuera por fuerza: asi tengo escusa
lejítima." Este padre se había avanzado
á
comparar
á
Eudo.
sía
wn
Jesabel. Recojiendo los rasgos de la historia se ha–
llarian muchas pruebas, de la grande obediencia de los anti·
guos Prelados
á
los Principes en cuanto no era contrario al
evanjeliP; su constancia y espíritu, para mr>rir antes de con-
sentir la pn.fanacion de lo santo y saoTado.
·
SEPARANDOSE
de esta que puedo llamar divina, el autor
del ensayo sobre la ·supremacía del Papa (.) arriesga esta pro·
posicion:
"Los Príncipes, ni en lo temporal, ni en lo espiri·
tual, ni en lo interno, ni en la policia externa de la Iglesia
pueden poner la mano.
La autoridad eclesiastica es sobera–
na
é
independiente,
no siendo posible absolutamente, que
el
cielo esté sujeto
á
la tierra, la eternidad al tiempo, Dios
y
su relijion
a
los hombres. Ella por el contrario
fué
en
los
consejos Jel Altísimo, la que debia ausiliar
y
dar una mano
amigable
a
la civil, para que esta fuese tan cabal, perfecta y ac–
tiva, cual por si no podia ser. Erale necesaria
á
la autoridad
secular un cont aues<;>
ara que no fue e despótica-una palan–
ca, que la elevase al cielo, cuando ella se inclina por su pe–
so
á
la tierra-un veFuculo p r donde penetrase en la con–
ciencia de los hombres, la que solo impera sobre los cuer–
pos-un punto
e apnyo, que no fuese ella misma para ser
sostenida.
La autonda
eclesiastica es la que presta todos
estos servicios: mas ninguno de ellos podría prestarle, si no
fuese soberana
e
independiente. Reducidas tantas clausulas
y
palabras, en las que parece, que estamos oyendo
á
S. Gre–
gorio VII, Julio
U
y
Bonifacio VIII, la tesis es esta:
"La
autoridad secular no puede rejir bien, sin el socorro de la
" eclesiastica.
I,a eclesiastica dehe conducirse por si sola, obe–
deciendola sumisamente la secular. Este es un estilo decla–
matorio en materia muy grave. Rejistrrmos las pruebas que
el sábio escritor ofrece con las escrituras v la tradicion: él
nos lo dice.
"Digan lo que quieran los nuevos políticos, todo
hombre, que abriese las santas escrituras y consultase la di–
vma tradicion, leerá en aquellos y hallará en esta, el defoc.
to de
la autoridad en el poder secular para gobernar Ja Igle–
sia." Ya esta proposiciones bastante menor que la nntecedente.
No es el señor Moreno acorde con Mais•re-este di-
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(. J
Sr. Moreno.