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les enseña, que reusen el juicio de los majístrados paganQs, les
promete sí, que en la afliccion, les inspirará lo que deben con·
testar. (.) S. Pablo apela al Cesar. ( , ) Honra esa potestad
con los distintivos de excelente y sublime. (;) Mientras los sa·
c erdutes, no se negaron
a
ese yugu, fueron verdaderamente
santos.
QuE no hay nada acatólico en mis ideas se palpa com–
parandolas con las palabras de San Juan Damaceno. (:) No
las pongo en estracto, no sea que se presuma, que algo
alte~
ro
ó
varío: "A los emperadores corresponde la administracion
de la república, el
réji~en
de la Iglesia
á
los padres y doc–
tores. A tí obedeceremos,
ó
Emperador, en lo que pertenece
á
los neg•1cios de este siglo,
en pagar todos tributo.
Recibim•>S
tus dones; la administracion de nuestras cosas te se ha entre–
gado. Pero para establecer las de la Iglesia, tenemos pasto–
res, que nos hablan la verdad
y
que nos han transmitido los
institutos eclesiasticos."
ADllnRA
la representacion, que S. Hilario elevó al empe·
rador Const neio.
ba
he leido corl infinito placer, por la con–
sonancia ent e su jénio y el mio: ambos dptes de la benéfica
mano. Le dá en
ar~
e n
t
dos i;;us exceso¡;, o compara con
Ncron, con el
ecris o, con eí demonio, le reprocha los abu–
sos del pod '" p o enrhedio de tanto acalo11atnié to, no le nie–
ga la potestad.
}id
ue los gobernaélores )e juzguen en las
materias seculares pero dejand le entera libertad en las es·
pirituales. Esto tiene re acíon con el c11>ncilfo de Rimini, cuan–
do los padres catolico sostuvieron la fe de Nicea. El fue-
1·0
en lo temporal
fué
condescendencia de los gobiernos, en lo
espiritua l de derecho divino.
ME
seria facil agregar otras sentencias de diferentes pa·
dres pero inutilmente. Este es un punto sobre que escribió
S . Agustin en diversos lugares y en especial en sus libros con·
tra Petiliano Cresiooio, y en su carta contra los donatistas. Del
mismo modo, que puedo rejistrar esas obras, las examinarán
los que con celo mal entendido, todo Jo desquician. La justicia
consiste en lo fiel de la balanza. Las opiniones, sobre acu–
mular las dos autoridades en
al
sacerdc1cio s0n err<Jres, como.
~J
bJ
[: ]
ll11ath.
c.
1O
v.
18.
Act. c.
25.
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Cap.
25
Pet.
Paul.
ad rom.
13
v.
l.
o
Orat.
2
de
Imag.