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el
Obispo presídiese
a
la
Iglesia: oracion que los Pohtlfices
se habían apropiado»--¿Qué podía contestarse? No o.tra cosa;
sino que los P ontifices son absolutos,
y
contra el absolutismo
no valen argumentos.
P1sANDO las huellas de Belarmino, Bolgeni, para probar
la unidad del obispado en el Papa cita á San Simaco.
Ad
trinitatis instans, cujus una est atque individua potestas, unum
nt
p er diversos a'lltistes sacerdotiurn.
¡Desgraciada aplicacionl
J.a consecuencia de las palabras del Papa Simaco es esta. Co·
mo en la Trinidad hay tres personas
y
cada una con los mis·
mos iguales,
y
perfectamente iguales atributos, siendo un so•
lo Dios, asi mismo los muchos Obispos tienen el mismo po·
dcr, siendo uno solo el obispado. Si este argumento se pul–
sa con exeso, se hallará que aun es contrario
á
la primacía.
Los argumentos de los Belarministas chocan con el con·
cilio de · Tren to. En uno de· sus d·ecretos previene, que no se
interpreten las escrituras con injeniosidades y sutilezas.
Esto
es lo que hizo el cardenal, como lo convence hast.a la eviden–
cia Bosuet: esto es lo u conoccru cualesquiera persona de
regular juicio. Les fué
preci~
violentar y tra tornar la letra
de las escritura , para
r algun ool0rido
.J
su jntento. Yo
me sujeté á ellas. H e seguido
a
maestros muy respetables en
virtud
y
ciencia.
on este firm1sirno a )oyo me ratifico en que
Ja jurisdiccion de los O isp s, les
v~en dire~amente
de
J.
C.:
que en cuan
o~al
obispa o es lo mis o el
~le
Roma 4ue el del
Cuzco. He recopilado textos muy ex resos. Al aJ:abar re–
cuerdo el de San Mateo: "En verdad os digo, que vosotros,
que me habeis seguido en la rejeneracion, cuando se sentase
el hijo del hombre en la silla de su majestad, os sentareis vo–
s<• trns snbre doce sillas juzgando
á
las doce tribus de Israel". (.)
. .). C. se iguala con sus discípulos; los Pontífices no quieren
igualarse con los Obispos. Iguales son sm embargo de
lo~
de-
1·echos particulares
y
p1 errogativas que le corresponden al de
Roma, por la calidad tambien divina de Primado.
S1 solo Bolgeni hubiese escrito sobre esta
m~teria,
yo de–
h flria haber expuesto esclusivamente aquel texto ultimo. El
dice: "San Pedro no
fue
hecho primado y cabeza de la Igle.
sia, sino solamente despues de la muerte
y
resurreccion de l Sal.
vador". No hay pues para que ir cazando palabras en las
esc.rituras, ni forzando el sentido de ellas-Era mas fücil con-
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,
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